Es la generosa propuesta de Ángela
Merkel un regalo “envenenado”? Me refiero al ofrecimiento
realizado a 800.000 jóvenes o no tan jóvenes españoles, para
que emigren a trabajar a Alemania. Cierto es que, desde
Schengen, en la Unión Europea no existen las fronteras, por
lo que, entre nosotros, no cabe hablar de emigración, sino
de movilidad laboral. Y en ese tipo de iniciativas, los
nuevos socios europeos del Este nos comen por las patas.
Primero porque no vacilan a la hora de cambiar de país por
motivos de trabajo, segundo porque sus escuelas y
universidades son mejores a nivel académico ya que resultan
infinitamente más duras y mucho más antiguas y tercero,
porque es raro el tipo del Este que no es trilingüe, como
poco. Añadiremos un cuarto : por los duros años de comunismo
tienen un gran sentido del esfuerzo y reverencian el
estudio, el rendimiento académico es para ellos esencial y
priman la iniciativa. Joder, parecen japoneses.
Pero la canciller Merkel ha ofertado los empleos a
españoles, por supuesto a gente cualificada y preparada,
sobre todo de carreras técnicas y de ciencias. También se
necesita a gente de letras, pero exigen aún mayor nivel.
Para los alemanes eso no es nuevo y para la inmigración son
muy quisquillosos, a un pobre “desheredado” que es una
manera fina de denominar a quienes nada tienen y van a
“buscarse la vida” le repatrían en veinticuatro horas, pero
luego han pasado años viajando a las mejores universidades
de la India contratando a los cerebros más brillantes de la
ingeniería informática y de la ingeniería de
telecomunicaciones. Para Alemania, importar miseria es ruina
y, por el contrario, importar cultura y excelencia a todos
beneficia. Como en todas partes. ¿Qué como han encajado
nuestros mileuristas la iniciativa de Merkel?.
Bueno, considerando que, los más brillantes jóvenes
científicos e investigadores de España malviven con becas de
miseria y los ingenieros echan currículums hasta para El
Corte Inglés, el hecho de que hay que salir de “esta” España
es evidente. Inglés ya hablan todos nuestros niños y francés
a nivel medio, así que ya les tenemos iniciándose en las
declinaciones alemanas. Lo digo porque me toca de cerca, mi
hijo mayor, que viene de la Universidad Europea y tiene un
master de los caros, con el inglés mamado en la Universidad
de Dublín, nunca ha conseguido pasar de mielurista y su
novia, que prepara Escuela Judicial y él se han dado un
curso para un intensivo de alemán, quitándose de todo. Como
todos sus amigos.
Hay empresas alemanas que piden, de entrada, inglés, pero
hay que saber alemán y el idioma se aprende echándole codos,
echándole esfuerzo y echándole cojones. Porque, para
emplearse en España hay que estar preparados, pero para
salir a Europa o a Australia que es también buen destino
laboral, hay que esforzarse el doble. Es la “Ley de la
selva” solo sobrevivirán, no los más fuertes, sino los que
tengan mayor fortaleza de espíritu, es decir, los que
practiquen la moral del esfuerzo y de la disciplina, los
tipos con fuerza de voluntad, con resiliencia, es decir,
capaces de crecerse en las dificultades y con espíritu de
superación.
En España no hay trabajo para los jóvenes ni para los
mayores, nos acercamos peligrosamente a los cinco millones
de parados y a los diez millones de pobres, así que tenemos
que salir a buscar. Y requisito irrenunciable para una
salida digna es la preparación. Esta vez, los nuestros no
irán tirando de la maletilla de cartón atada con una cuerda,
ni viajarán durante días en vagones de tercera o en
autobuses renqueantes. No. Contratarán vuelos económicos por
internet y sustituirán la maletilla averiada por la maleta
con ruedas y la cartera para el portátil. Y se mueven por su
tierra, que es Europa. Pero todos sabemos que, en el fondo
es lo mismo, por mucho título de ingeniería de imagen y
mucho master y muchos idiomas que lleve mi hijo metido en el
forro de los huevos, se tiene que ir de “su” tierra para
poder comer. Y, los españoles, estamos pésimamente
acostumbrados, porque vivimos en la tierra de María
Santísima, al sur de Europa, nada tenemos que ver
sociológicamente (que no en raza y religión que son las
mismas) con los cerebros del Este que vienen de países
sombríos, España años sesenta, hartitos de pasar penalidades
con el puto comunismo y con una capacidad de adaptación que
les hace camaleónicos.
Pero nosotros vamos desde la buena vida, desde los horarios
agradables, buen clima la mayor parte del año, somos
fiesteros y amistosos, nuestra piel es meridional y en
verano anochece a las nueve de la noche. Y comemos mejor que
nadie en la UE, junto con italianos y portugueses. Yo he
llegado a Bruselas y a las cinco de la tarde ya era de noche
¡País más deprimente! ¿Y el clima alemán? ¡Para que nos de
algo! ¿Y lo vacías que están las ciudades? Cuatro gatos,
parece que la gente se ha muerto o que hay alarma por algo.
Se irán previsiblemente 800.000 chicos y chicas que fluctúan
entre el mileurismo y los anhelos de “al menos” llegar a ser
mileuristas, allí ganarán el doble o el triple, pero vivirán
mucho peor. Vamos a perder de una sola garbañá a casi un
millón de las mentes más brillantes, se nos escapa el futuro
tejido empresarial y económico de España, emigran los
mejores y los más fuertes.
¿Qué dicen ahora, por tal de no estar callados? ¿Qué no
llore porque mi hijo tiene que emigrar, porque Rajoy les
traerá a todos de vuelta en un par de años? Sí, claro, como
que creen que me conforman, si Rajoy quisiera ayudarnos “de
verdad” armaría la marimorena para conseguir ¡Elecciones
ya!.
Si no lo hace es porque no quiere ayudar a los padres ni a
las madres y le da igual que nuestros hijos se tengan que
meter a emigrantes, sí, emigrantes con licenciaturas y
masters, pero emigrantes. ¿Qué más da que lleven o no lleven
la maletilla de cartón y la ristra de chorizos envuelta en
papel de periódico? Se van. Porque no tienen otro remedio. Y
el PP es el único que nos puede ayudar.
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