Los soldados del Imperio de Roma, cuando partían hacia las
batallas y a invadir y molestar a los pueblos, llevaban lo
que en latín se decía la “impedimenta” que es entre equipaje
e intendencia. Y eso mismo es lo que hay que averiguar
cuando se llega a una nueva ciudad : el abastecimiento.
El mercado ya sabía donde está porque lo había visto y
además en temas de alimentación soy austera, tipo “yo no me
gasto en almorzar en un restaurante lo que me cuesta un
libro, el libro me alimenta más y lo puedo utilizar más
veces, es decir, me alimenta muchísimo más”. Así que, por
mis aficiones, pregunté por una buena librería de Ceuta. Me
dijeron una. Llegué. Y me amargué.
Estoy mal acostumbrada a llegar a una librería y dirigirme
automáticamente a las estanterías de salud y crecimiento. Y
suelen tener gloria bendita porque lo más in en el sur son
la salud y el crecimiento interior. No hablo de “La dieta de
la zona” ni de la cantidad abrumadora de textos saludables
que dan recetas para controlar el colesterol y la
hipertensión, como no cocino ni estoy dispuesta a hacerlo,
las recetas cardiosaludables me importan más bien nada.
Yo tiro más por el apartado de nutrientes y neuronutrientes
que, como los compras en farmacia y parafarmacia te los
tragas directamente y no tienes que encender la lumbre para
encontrarte con niveles óptimos a nivel sangre.
Me amargué y me decepcioné, ni nutrientes, ni crecimiento,
ni conocimiento, ni esoterismo, allí se abusaba del best
seller y del material escolar.
Resignada y pidiendo la intervención de mi ángel guardián
rogándole que me librara de la deshidratación de
conocimiento, eché a andar. Cuando no trabajo ni estudio
ando, si me paro a tomar un café entonces leo, porque tempus
fugit y a mi edad más. Y al bajar por una calle, me topé con
una pequeña librería “Amrapur” eché una ojeada automática y
me paralicé ante un título “Cambia tu cerebro cambia tu
cuerpo” de Daniel G. Amen. ¡Estos eran de los míos!. Entré
veloz, un chico guapo me atendió y le pregunté “¿Cómo es que
resulta tan pequeña una librería tan importante?”. Porque
era un minitemplo de la sabiduría.
Regresé a ver si habían llegado los libros que he encargado
y conocí a Minu Sunderdas, pura sincronicidad. Malagueña, ha
estudiado en el Cerrado de Calderón con mis hermanos, vivía
cerca de mi casa, tema “sincrodestino” y encima ¡Conoce a
Deepak Chopra!. Tertulia improvisada, un negrito que llega
con un papel y bastante maltrecho a hacer una fotocopia,
Minu ojea el folio y no le cobra : el pobre hombre iba a
fotocopiar la denuncia que acababa de presentar porque le
habían majado a palos. Cuando el ángel morenito que trabaja
de librera del camino hacia el interior, le dice que no le
cobra el negrito sonríe y se emociona. Ese lugar es un
parque temático de la serenidad gestionado por una Maestra
de Reiki, por una maga sanadora, es un bálsamo para el
espíritu. Bueno, relativo. Porque, en la esquina de la
izquierda, semioculto por la estantería hay un movimiento y
un barullo de risas, revolotean plumas blancas, aviso al
hada Minu “Oye, que ahí la están liando”. Se dirige hacia el
rincón y la oigo regañar a los querubines que se van
contritos hacia el fondo del negocio entre un rumor de alas.
Trato de echar un cable “No les riñas, son pequeños! Minu
les señala con el dedo “¡Pequeños y revoltosos!”.
Hablamos de libros, de autores y de sentimientos, me regala
“Un ángel para cada día” porque le digo que vivo sola, me
compro como autorregalo por haberme portado bien toda la
semana un libro de Brian Weiss “Muchos cuerpos una misma
alma” encargo dos libros de la colección para “Dummies” de
Planeta y me siento en casa.
Ese lugar mágico es posada y supermercado para abastecerse
para el camino hacia el interior, un fielato espiritual con
las estanterías cargadas de conocimiento. He tenido mucha
suerte y doy gracias a Dios por ello, mi primera amiga
ceutí-malagueña es un hada, se llama Minu, pone orden entre
los ángeles más chiquitos, como maestra, me va a explicar el
alma del Reiki y sabe proporcionar claves y contraseñas para
el camino hacia el interior.
Apuesten algo a que ha sido una experiencia feliz.
|