El ordenado proceso para la
entrada de pacientes se interrumpe. Una señora acaba de
sufrir un ataque epiléptico en la sala de espera. Los
celadores del Hospital Universitario de Ceuta actúan con
inmediatez y decisión. Uno de ellos corre hacia la sala
contigua en busca de una camilla, el otro avisa a la
enfermera. En pocos minutos, la señora está en ‘críticos’ y
la situación está bajo control.
El personal sanitario está acostumbrado a que una urgencia
desordene el circuito establecido para dar acceso a los
pacientes. Pero para que un imprevisto caos sea solventado
con rapidez y eficacia, todo el equipo necesita estar
organizado y conocer cada detalle del trabajo que se realiza
en el servicio de Urgencias.
El centro hospitalario de Loma Colmenar recibió durante 2010
más de 55.000 pacientes, lo que supone una media diaria que
ronda los 160 usuarios. La plantilla habitual está formada
por cinco médicos (uno en observación, dos en adultos y dos
en pediatría), seis o siete enfermeros, tres o cuatro
auxiliares de enfermería, dos administrativos, tres o cuatro
celadores y un vigilante de seguridad. Un número de
trabajadores que no siempre da abasto, ya que es
prácticamente la misma cantidad de empleados que en el
hospital antiguo, pese a que aquel medía 12.000 metros
frente a los 56.000 de este. El trabajo se complica
especialmente en las horas de más auge, unos picos horarios
en los que aumentan las visitas y que suelen detectarse a la
una y a las de ocho de la tarde, aunque varía según la
estación del año.
El acceso al servicio de Urgencias se desarrolla de dos
modos: los que llegan por su propio pie, y los que entran en
ambulancia. Entre los primeros, tras dejar sus datos en
recepción, se procede a avisarlos por la megafonía del
centro. Sin embargo, suele ser protesta habitual del
personal sanitario la enorme cantidad de pacientes que
acuden sin tener verdadera urgencia. Personas con repentinos
dolores de muela, fiebres de corta evolución o dolencias
varias, que perfectamente podrían ser atendidas en sus
centros de salud correspondientes, suelen ralentizar el
trabajo en Urgencias. “Es un problema de concienciación.
Solo hace falta un poco de sentido común y educación
sanitaria”, explica la supervisora de Urgencias, Pilar López
García de Vinuesa, “si llega un usuario y te dice: ‘Me duele
el estómago desde hace un mes’, es obvio que no es una
urgencia, y que debería haber acudido a su médico de
familia”.
En cualquier caso, una vez registrado en Urgencias, el
usuario será atendido. Para ello, el primer paso es el
triaje, es decir, la clasificación que determina la
prioridad con la que un usuario debe entrar, y que se
establece siempre en relación al grado de urgencia en el que
se encuentre. Tras ese primer contacto con un médico y un
enfermero, el personal sanitario ya sabe en qué grado ha
llegado el paciente y, en consecuencia a esa gravedad, a
dónde habrá que derivarlo. Atendiendo a ello, su espera será
de mayor o menor tiempo. Priorizar es una de las palabras
claves de cualquier servicio de Urgencias.
Respecto a los pacientes que entran en ambulancia, lo
principal es la inmediatez a la hora de atenderlos. Una vez
dentro, la planta de Urgencias ofrece tres tipos de
servicio: observación, consultas y críticos, los cuales se
distribuyen por el espacio en varias salas.
Una vez pasadas las puertas del triaje, el usuario se
encuentra con una sala con varias consultas (boxes).
Predominan los boxes para adultos, en los que el médico
inspecciona al paciente mayor de edad sea cual sea su
dolencia. A excepción de roturas u otro tipo de problemas
relacionados con los huesos, para los que existe un box
específico de traumas.
Cada consulta está equipada con una cama, un monitor y demás
material necesario para determinar qué tiene, a primera
vista, un paciente. Existe también la llamada ‘consulta de
sillones’, para casos en los que el usuario no necesita
estar en la sala de observación, pero tampoco es conveniente
que permanezca en la sala de espera sin atención
personalizada. Suele ser el ejemplo de los pacientes con
cólicos.
En la segunda sala se ubica ‘críticos’ y el servicio de
Pediatría. Los pacientes que llegan en ambulancia suelen
entrar en ‘críticos’, ya que es el espacio destinado a los
casos más graves. Aunque también pueden ser derivados allí
directamente desde el triaje, como ocurrió con la mujer que
sufrió el ataque epiléptico. En Pediatría se atiende
cualquier caso infantil. Aunque lo habitual es que el
paciente entre solo en la consulta, los menores y las
personas impedidas deben entrar acompañadas de un adulto.
Observación, máximo 24 horas
En una tercera sala está ‘observación’. Dispone de nueve
camas donde los pacientes están continuamente monotorizados
a un ordenador que controla todas sus constantes
cardiopulmonares. “En esta sala están o los pacientes que
deben ser observados antes de ser dados de alta, o aquellos
demasiado inestables como para derivarlos a planta”, explica
el Jefe de la Unidad de Urgencias, Francisco Lázaro Durán.
“Lo máximo que un paciente debe permanece aquí, salvo
excepciones, son 24 horas, tras las cuales, es derivado a
planta o dado de alta.
Además, por el centro hay varias salas destinadas a otras
utilidades; zonas de descanso para el personal, salas de
trabajo compartido equipadas con ordenadores para las
reuniones del equipo, locales de limpieza y otro tipo de
instalaciones, como los boxes de reanimación. Todo el
hospital, que cumplirá su primer aniversario del traslado
definitivo el próximo 6 de febrero, está perfectamente
equipado con material nuevo.
Uno de los objetivos del centro sanitario es ir realizando
de manera progresiva a través de los ordenadores, el mayor
número posible de las operaciones administrativas
relacionadas con los pacientes, a fin de lograr un trabajo
cien por cien automatizado: “Una Urgencias sin papeles”,
explica la supervisora. Una de las características de la
unidad de Urgencias es que comunica de manera directa con
otras zonas del hospital a las que constantemente se están
derivando pacientes, como es la unidad de rayos. Para
agilizar los resultados en todas estas pruebas, existe un
tubo neumático que conecta con el laboratorio y por el cual
se envían tanto documentos como pruebas, sin necesidad de
perder tiempo llevándolas en mano.
Al igual que el personal sanitario conoce cada engranaje del
servicio de Urgencias, y tal como explica la enfermera
supervisora: “Que lo entiendan los usuarios es igual de
clave para que este servicio, que utilizamos todos, funcione
de manera óptima”.
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