Eran las 12 del meiodía de ayer. En la parte alta de la
calle Real, donde esta vía se bifurca en dos sentidos,
varios vecinos charlaban. De pronto vieron como empezaban a
caer piedras y ramas de un talud. Se trata de un solar
parcialmente limitado por un muro de cemento, pero con una
gran zona abierta. Por ese punto comenzaron a desprender
piedras y un gran bloque de ladrillos y tierra que destrozó
un vehículo aparcado allí. Otros tres coches estacionados en
ese lugar fueron retirados. Los vecinos advirtieron de que
cada vez que llueve, la ladera se mueve y las piedras se
deslizan a la calzada de su calle situada a un nivel mas
bajo.
Un gran desprendimiento de tierra destrozó a mediodía de
ayer un coche que estaba aparcado al final de la calle José
Carlos García Bernardo, en la parte alta de la calle Real,
provocando la alarma del vecindario. El deslizamiento de
tierra, ramas y piedras a causa de las lluvias provocó un
movimiento de tierras que buscó su salida natural por la
parte donde no hay pilotaje de pantalla de cemento.
“Me ha pillado en la tienda ‘Greta’. He oído un estruendo
tremendo, ha sido como una bomba”, explicó Inmaculada
Becerra, una vecina de uno de los bloques más próximos al
lugar del desprendimiento. Becerra dijo que la cercanía del
terreno sin urbanizar y a una altura de más de cinco metros
por encima del nivel de la calle, “cuando llueve se le
inunda la casa al vecino de abajo”.
Otro vecino del mismo edificio, Miguel contó que “estábamos
charlando en la acera y viendo como caían las piedras poco a
poco, hasta que ha caído una que ha desplazado al coche ese
un metro y el mismo coche la ha frenado”.
Miguel se refería a un Citroen que, según varias personas
que viven allí, llevaba varios días aparcados en esa zona
sin salida, justo debajo del talud desprendido.
Un gran bloque formado por un trozo de muro de ladrillo y
tierra compacta de unas dimensiones de casi dos metros se
estampó en el cristal trasero del coche y lo llenó de
piedras por dentro. El impacto afectó a la carrocería e hizo
añicos también la ventanilla trasera izquierda. El suceso
ocurrió a las 12 y la Policía Local no pudo localizar al
propietario, que reside en el otro extremo de la ciudad
hasta pasado un rato, lo que provocó su retirada por la grúa
de AMGEVICESA para que los bomberos acotaran la zona. Era el
último coche en ser retirado. Anteriormente, el dueño de un
BMW, estacionado en paralelo al anterior, ya se lo había
llevado. Ese coche recibió la caída de las piedras en la
parte trasera. Otros vehículo que sufrió arañazos por las
piedras y la tierras caída fue un Daewo de una vecina de la
calle. Un cuatro coche, modelo Peugeot, que estaba aparcado
detrás de los tres anteriores no sufrió daños.
Mientras la Policía Local y los bomberos trabajaban en la
calle Juan Carlos García Bernardo, varios vecinos expresaron
su convencimiento de que algo así iba a ocurrir. “Eso se
veía venir. Siempre que llueve, caen piedras y era cuestión
de tiempo que pasara algo más gordo”, decía una joven. Otra
de las vecinas de uno de los bloques contiguo planteó que
“tenían que poner una red o algo de sujeción. Hacia falta
una malla fuerte que sujetara esa ladera”, mientras una
chica comentaba que “en la parte de arriba de ese terreno
han hecho un agujero en la tierra para empezar una obra”.
Según informaron los vecinos presentes, el solar del que
cayó la avalancha de tierra y pedruscos pertenecía al
Ministerio de Defensa, pero lo compró la Ciudad Autónoma y
proyecta prolongar la calle Juan Carlos García Bernardo
abriendo un vial hacia arriba.
La Ciudad Autónoma ha recibido escritos de residentes en la
calle informándole del peligro que existe cuando llueve
debido a que no hay ningún tipo de valla, muro o elemento
que separe el solar en alto de la calzada de la calle.
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