Anoche en el Santuario los cofrades y el resto de creyentes
nos impresionamos con la experiencia, casi mística, de que,
un arquitecto de iglesias, nos explicara, detalle a detalle,
paso a paso, el proceso de restauración del Camarín de la
Virgen.
Francisco Perez Buades tiene grandes conocimientos técnicos
y se deleitó trazando la historia con imágenes, de la
transformación de una húmeda ruina, carcomida por los
xilófagos, en un rincón magnífico cargado de esoterismo.
Pero los conocimientos arquitectónicos son lo de menos, el
arquitecto de catedrales es mucho más que un trazador de
planos y un tipo que calcula con números sobre el papel. De
hecho, en cualquier momento de nuestra Historia, desde la
extrema sobriedad del románico a la espiritualidad del
gótico, pasando por todos los estilos que en la arquitectura
religiosa, que es nuestro más íntimo arte, han sido, los
grandes maestros no se han parado en diseñar y calcular,
sino que han ido mucho más allá.
Este ha sido el caso, investigación profunda de las primeras
raíces del templo, labor casi arqueológica, estudio de cada
material retirado, vigas carcomidas, la inscripción
“mosquetones 12” en una tabla de madera que debió contener
en su tiempo las armas de la soldadesca.
La historia de Ceuta desde que apareciera Enrique el
Navegante portando en parihuelas a la Sagrada Patrona y más
allá los bocetos del acto solemne, la primera procesión, los
apuntes de angelotes y querubines, trazos de arte, que yo sé
lo que es arte, porque mi9 anciano esposo pinta retablos
para los templos. ¡Habré yo preparado fondos y ayudado a
aplicar barnices! Una alergia me quedó, con eso lo cuento
todo. La conferencia no fue de arquitectura, n de
restauración, fue un recrear la Historia viva de una ciudad,
escarbar en las raíces, zigzaguear con las leyendas, con los
escudos solemnes, con la Cruz de los Caballeros de Cristo
entrelazada al alma cofrade.
Investigación y búsqueda, estudio minucioso, un escudriñar
hasta el último detalle: los azulejos portugueses, que
habían de venir de Portugal como don Enrique vino con su
Virgen para que protegiera África y reflejar el espíritu de
la época y no desentonar con la belleza de los mármoles ni
con la riqueza de las molduras y los capiteles corintios.
Este arquitecto, azuzado por los exigentes cofrades, es
hombre del Renacimiento, porque de todo entiende, de
historia, de pintura, de decoración, de arto sacro. Seguro
que, en la restauración de la Catedral de Ceuta, que se
encuentra en condiciones bastante precarias, este artista
dará la talla, porque conoce, piensa, siente y late con el
arte sacro. Lo ha demostrado cumplidamente.
“Oiga, el 9 de febrero, ¿Estarán los artistas portugueses de
los azulejos?” Suspiro del arquitecto de catedrales “¡Que
más quisiera yo! Poderles invitar a todos, a los portugueses
, a los marmolistas decoradores sacros, a los iluminadores,
a los yeseros, a los albañiles, todos merecen estar aquí…”.
Desde luego que lo merecen, no creo a nadie “tan” mezquino
como para ni invitar a la tropa de artistas a disfrutar en
vivo y en directo de su obra.
Ignoro el tiempo que duró la charla magistral, a mí me pasó
en un soplo, luego el detalle de la Hermana Mayor de la
Cofradía, una rubia linda y de los cofrades entregándole al
arquitecto sacro una placa y dándole un abrazo, que es aún
más importante y más principal que la placa de gratitud.
¡Que enorme maestro tendrá la Catedral de Ceuta para su
restauración!¡Cuantas horas le quedan a Francisco de volver
a retozar entre planos y pergaminos, de volver a vivir
épocas pasadas recreando la historia del templo, de buscar
artistas, de lanzar gorigoris, de amenazar a los albañiles
con vaderretros si no se afanan lo bastante. Que grande, que
enormemente grande y principal es ser un arquitecto de Dios
y luego compartir los saberes y los sentires con todos los
cristianos, para que nos sintamos felices y orgullosos.
Escuchaba impresionada la historia de vigas, arcos y
capiteles y sentía profundamente que nos ha tocado la
lotería de la Historia.
Estábamos allí, en “nuestro” templo, viviendo y respirando
arte. En la lotería de la Historia se sorteó un Gordo y nos
tocó a nosotros, los de los paternóster, los bocetos
angelicales y las vírgenes bellas acunando a sus hijos en
dos momentos : al nacer y al morir. Somos afortunados, para
que lo vamos a negar.
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