Filósofos, poetas y pensadores han
llamado “la piel de la tierra de Occidente” a nuestras
maravillosas iglesias y catedrales. Arte en estado puro,
patrimonio del alma del pueblo y exponente espiritual de la
magnificencia de arquitectos, canteros, orfebres, pintores,
diseñadores de azulejos ,marmolistas, escayolistas,
albañiles y maestros del arte de domesticar la luz en forma
de vidrieras.
Así que, la experiencia casi mística, de la visita a la
exposición de la remodelación del Camarín de Santa María de
África, ha sido un momento de luz y de contento para esta
escribidora. Porque la belleza en estado puro es un bálsamo
para los sentidos y las fotografías magníficas de Fuentes
Viñas, Nicol´s y del arquitecto de los ángeles de Dios
Francisco Pérez Buades son tan hermosas que, cada una de
ellas, merecería aparecer en el óleo de cualquier maestro de
la pintura. Comentaba mi amigo Esparza, hoy colaborador en
Intereconomía y que trabajara en el Ministerio de Cultura
con mi paisana Pilar del Castillo (ella dice que es
madrileña, pero es mentira, nació como yo en Nador y estuvo
conmigo en el colegio), decía el gran experto y estudioso
que, precisamente el arte, para serlo, debía cumplir el
requisito de “ser sublime”, de dejarte sin aliento.
Lógicamente ese concepto de arte nada tiene que ver con la
feria “Arco” y no hago más comentarios por no faltar al
respeto a nadie.
La piel de Ceuta y la bella historia de Don Enrique el
navegante y esos azulejos pintados por querubines y
falsamente atribuidos a los artistas de Vila Fresca de
Azeitao que se quieren poner la medalla y ningunear a los
ángeles que han fabricado con tonalidades azules la belleza
en estado puro, trabajando en los talleres sin estar dados
de alta en la Seguridad Social. Al igual que Francisco el
arquitecto se hace el despistado cuando alguno le apunta
que, se ha rumoreado, que la propia Santa María le observaba
por encima del hombro cuando trazaba los planos y le iba
indicando sus gustos, es más, Pérez Buades lo niega con la
boca pequeña y dice que todo se le ha ocurrido a él solito,
porque es un artista de la peña de Antonio Gaudí y de la
estirpe de aquellos grandes místicos que sembraron la piel
de la tierra de Europa de Iglesias y de catedrales, siempre
mirando al oeste, al poniente, a los últimos rayos del sol
crepuscular. Bueno, sí, quienes diseñan bosques de piedra y
forestas de ladrillos y escayola y transforman el césped en
mármoles de colores para que se refleje la luz del día a
través de las vidrieras, todos ellos han sido bendecidos por
Dios. Pero no hacen más que cumplir con su obligación, así
que no tienen por qué ufanarse, el Padre les da los talentos
y es su deber multiplicarlos y hacer buen uso de ellos.
El camarín de Nuestra Madre Alcaldesa Perpetua es un lugar
de belleza y de contento, tan hermoso, que da lástima que
ese arte inmenso no salpique a otros lugares de la ciudad. Y
lo pensé con pena cuando, bajo la lluvia y regurgitando la
impresión de la visita a la exposición, me topé con un
inhóspito e inmenso muro blanco, el de un macroedificio
gélido y de volúmenes cuadrados, el futuro conservatorio,
eso en pleno centro histórico de la ciudad, entre edificios
que son de dulce ¡que pegote!. Claro que luego me contaron
que la idea subyacente bajo los muros helados y
mastodonticos es la de enjaretar un homenaje espiritual a la
Iberia Vieja, es decir a nuestros hermanos, que no primos
hermanos, portugueses. Ellos descubrieron a Nuestra Señora y
ellos han fraguado la riqueza artística de unos azulejos que
dejan el alma embelesada.
Lógico es que, los artistas se estiren, Ceuta les reconozca
en toda su valía, se mande llamar a los ángeles del cielo
para que se alarguen a los talleres de Vila Fresca y que
allí se afanen todos en comandita para llenar los paredones
blancos y yermos del conservatorio, que albergará en sus
tripas el arte de la música, saturarlos de la gloria de
Dios, unos murales que dejen a la gente parada y al viento
alelado, unos murales que sean robados por las cámaras de
fotos de los visitantes y que aparezcan en las guías para
que la gente vea que Ceuta y su gente, es muy como Dios
manda, será que Dios manda en todo lo bueno y lo bello del
Universo.
Y por medio y dirigiendo la orquesta el arquitecto mimado de
Santa María, Francisco Pérez Buades, que, desde que se sabe
tan enchufado por las Divinidades y con tan buenísimas
relaciones en las Alturas, está que no se le puede aguantar.
Pero viene recomendado por la Madre, así que tiene que estar
en medio, como los jueves.
Artífices y artistas del Camarín : gracias y que Dios os
bendiga por llenar de luz la piel de nuestra tierra.
(*) (Homenaje a los artífices y artistas del Camarín de
Santa María de África)
|