Y pasarse no dos pueblos de un
golpe, sino todas las normas que hacen que uno tenga
confianza en aquellos agentes del orden y cuando menos lo
esperas, uno de ellos se salta las propias normas y se
convierte en un camorrista más. No hay explicación.
Me refiero, no podía ser de otra forma, al policía local
detenido por disparar “al aire” en un pub del Poblado
Marinero, a altas horas de la madrugada ceutí.
Los hechos, curiosamente, han sorprendido menos de lo que yo
creía, especialmente, en personas que conocen los problemas
de la noche de Ceuta y ciertas actuaciones, en esa noche.
¿A qué se debe esto? No lo sé, me quedaré con la duda, si es
que desde la Ciudad y más concretamente, desde Gobernación,
no se dan todas las aclaraciones que hay que dar en casos
como éste.
Gobernación ha apartado del servicio al funcionario, al que
se va a abrir expediente disciplinario. ¿Sólo eso?, es lo
que dirá más de uno, ante un hecho de este tipo, porque ¿Se
puede confiar en servidores del orden, en éste en concreto,
que tienen una actuación como la ha tenido este Policía
Local?.
El problema, de rebote, ahora le viene al viceconsejero de
Gobernación que tendrá que demostrar que una cosa son las
palabras y otra actuar, como es debido, “con total
contundencia”, aunque, según el propio viceconsejero
“afortunadamente es un hecho aislado y no guarda relación
con la imagen que la población tiene de la Policía Local”.
No echemos balones fuera.
Con todo, más vale que todo sea según las propias palabras
del viceconsejero, porque hechos de este tipo, estando de
“jolgorio”, sin estar de servicio y siendo un simple
ciudadano de a pie, enturbia la imagen del propio cuerpo.
Cuando alguien salga en defensa de ese presunto
“disparador”, aunque haya sido al aire, que así parece que
ha sido, habrá que decirle que como es que, yendo de “paseo”
puede llevar un arma cargada y además otro cargador.
¡Basta ya!. Es lo que se puede decir en una situación de
este tipo, aunque no sea anormal que, a altas horas de la
madrugada, cuando se han pasado varias horas, de bares y
copas, haya más de un patoso que se salga de madre y haya
que apartarle del mostrador, pero no con disparos, “al
aire”.
Con todo, de ahí a que otro, que también está haciendo lo
mismo, o algo parecido, amparándose en que su profesión le
permite llevar, cuando esté de servicio, un arma, pueda
“hacer fuego”, repito que al aire, no nos da ni el más
mínimo de seguridad a quienes, por sistema, rechazamos todo
lo que conlleva un arma cargada.
Las noticias que, tras estos hechos, han trascendido, dicen
que “ante la gravedad de los hechos”, el viceconsejero de
Gobernación firmó un decreto por el que se apartó del
servicio al agente implicado y como el hecho en sí es
“grave”, el superintendente accidental, José Antonio
Sorroche, indicó que, a la espera de lo que dictamine el
juez, se habían adoptado las medidas correspondientes
“conforme a lo establecido en el reglamento disciplinario”.
Particularmente, estoy de acuerdo en las primeras
actuaciones de quienes, políticamente, son los superiores
del agente en cuestión, pero la duda me sigue dando vueltas
en la cabeza, de si actos de este tipo podrán llegar a que
un agente que actúa así, en un momento determinado, puede
volver a salir de servicio, con su uniforme y su arma
reglamentaria.
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