Al principio el Big-Bang creó la
atmósfera que envolvía el nuevo planeta, pero éste era
informe y vacío, las tinieblas cubrían la superficie del
abismo y el gas del Big-Bang se cernía sobre sus aguas.
Una serie de explosiones, encadenadas una tras otra, hizo
que todo el universo, envolvente del nuevo planeta, se
iluminara con una potente luz que al resultar ser muy buena
se separó de las tinieblas con lo que a la luz se transformó
en día y las tinieblas en noche.
En las transiciones entre la luz y las tinieblas hubo un
matiz que se transformó en tardes y mañanas.
Así salió el día primero.
Una repentina explosión del espacio exterior creó un
firmamento que separó las aguas que están sobre el nuevo
firmamento de las que están debajo de él.
El firmamento quedó transformado en cielo.
Hubo trde y hubo mañana. Así fue el día segundo.
Otra repentina explosión hizo que las aguas se reunieran en
un lugar que estaba debajo del cielo y apareció lo árido, al
que se le dio el nombre de tierra y a las aguas reunidas el
nombre de mares.
Por una serie de cambios, promovidos por las continuas
mezclas de gases de la envolvente atmósfera del nuevo
planeta, aparecieron sobre la tierra las hierbas que dieron
simientes y árboles que, a su vez y conforme a su especie,
dieran sobre la tierra frutos que contengan su semilla.
Con lo que produjo la tierra hierba verde que da semilla
según su especie y árboles que dan, según su especie, fruto
que contiene su semilla. Como era bueno todo ello, quedó
hecho.
Hubo tarde y hubo mañana. Así fue el día tercero.
Como las explosiones del Big-Bang seguían un ritmo
decreciente, la atmósfera que envolvía el nuevo planeta fue
aclarándose y entonces se divisó en todo el firmamento del
cielo una serie de lumbreras que distinguían asimismo el día
y la noche. Estas lumbreras comenzaron a señalar los
tiempos, los años y los días; con el fin de que brillaran en
el firmamento del cielo y alumbraran el nuevo planeta.
Así se crearon dos grandes lumbreras, una mayor para que
presidiese el día y otra menor para presidir la noche. Al
resto de lumbreras, todas mucho menores, se les dio el
nombre de estrellas.
Se colocaron en el firmamento del cielo para que
resplandeciesen sobre el nuevo planeta.
Presidían el día y la noche, separando la luz de las
tinieblas y la cosa resultó buena.
Hubo tarde y hubo mañana. Así fue el día cuarto.
Millones de microorganismos comenzaron a desarrollarse en la
tierra y en los mares. Crecieron inmediatamente y pulularon
por las aguas mientras a otros les crecieron unos apéndices
que se llamaron alas y volaron sobre la tierra bajo el
firmamento del cielo. Aves se denominaron.
De aquellos microrganismos salieron los grandes peces y
otros animales que viven y se mueven, producidos en las
aguas según sus especies, y asimismo salieron todo volátil
según su género.
Crecieron y se multiplicaron en las aguas de los mares y
sobre la tierra las aves.
Hubo tarde y hubo mañana. Así fue el día quinto.
Salieron algunos microorganismos a la tierra transformándose
en animales vivientes en cada género, animales domésticos,
reptiles y bestias salvajes.
Así se hicieron las bestias salvajes de la tierra, según sus
especies, y los animales domésticos y todo reptil terrestre.
Una nueva explosión afectó a algunos microorganismos que ya
se habían adaptado a la tierra y comenzaron a desarrollarse
con otros órganos diferentes a los existentes.
Estos nuevos organismos desarrollaron un cerebro mucho más
grande que el resto y comenzaron a dominar a los peces del
mar, a las aves del cielo, a todas las bestias y a todo
reptil que se mueve sobre la tierra.
Así nacieron el varón y la hembra que crecieron y se
multiplicaron.
Hubo tarde y hubo mañana. Así fue el día sexto.
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