Al Consejero de Cultura de Murcia le partieron la cara con
un puño americano por su adscripción y puesto político. Esa
puede ser una lectura. Simplista sin duda alguna. Porque,
para entender y valorar los hechos hay que escarbar y
ahondar en las sombras de nuestro sistema.
Luces y sombras existen en cualquier sistema y en cualquier
actividad política. Pero, cuando ganan las sombras las
consecuencias son fatales y se acaba con la cara rota en un
quirófano. Yo he llegado a oír decir “¿Pero es que, el
Consejero, no tenía dos manos?” Pues sí las tenía y las
tiene, pero no todas las personas están capacitadas para
actuar ante un comportamiento violento e inesperado. La
segunda lectura que yo propondría, en estos tiempos de
tentaciones de revanchismo y de apología de desenterrar
enfrentamientos entre hermanos desmemoriados, sería la
conveniencia de que, los cargos públicos tomaran, por
decreto, clases de autodefensa. En plan preventivo y no es
que estemos en Israel donde, hasta los gatos, son capaces de
revolverse como fieras con técnicas de krav maga, ni en los
Estados Unidos donde se enseña, por cultura, que todos los
ciudadanos tienen derecho a portar armas y a usarlas
legítimamente en caso de verse en peligro. No digo eso, al
revés.
Nos quedan años de aprendizaje y de práctica de los más
elementales derechos civiles para que, el legislador
comprenda, que no existen límites a la legítima defensa y
que, al agresor, al malo, no hay que protegerle ahogándole
en garantías, sino castigarle con dureza. De hecho, en la
actual tesitura, si un tipo, pongamos, un político, con
conocimiento de deportes de contacto, repele un ataque y le
mete al atacante una capujana, lo mejor que puede hacer es
largarse y no avisar porque corre el riesgo de que, encima,
le imputen por lesiones y tenga que indemnizar al agresor.
La esperanza para que se finiquite el mamoneo tendrá que
venir de la mano de la anunciada “regeneración” que, sin
duda alcanzará a todos los ámbitos y a todos los poderes.
Hoy por hoy, quien azuza la crispación y fija “dianas” no
suele salir mal parado, de hecho, en el País Vasco, se han
pasado toda su historia democrática “fijando dianas”,
regalando subvenciones neblinosas, premiando a los
familiares de los etarras con viajes en cómodos autobuses
para ir a ver a sus criminales a las cárceles y fraguando
todo tipo de tropelías.
Y, no crean, el pueblo llano se comía por dentro y se le
retorcían las tripas, recuerdo una anécdota graciosa y
entrañable: Centro penitenciario del Puerto de Santa María,
estando secuestrado Ortega Lara, mi acompañante y servidora
con los lazos azules en el pecho, una ventita cuquísima al
borde de la carretera, saliendo de la prisión cuando se tira
para la derecha, en dirección Jerez. En la puerta de la
ventita un lujoso autobús a reventar de familiares y
allegados de ETA que salían de comunicar y se habían parado
a tomar un refrigerio, a pesar de… A pesar de que, la venta,
parecía un palacio de congresos, del pedazo de bandera
española que tenían ondeando en lo alto y dentro, un parque
temático de la más pura España cañí y un pedazo de lazo azul
que no se podía aguantar y nosotros y los tertulianos
haciendo comentarios de dudoso gusto acerca de la
trayectoria que podía tomar el cacho de bocadillo de jamón
al pasar por la garganta de esos bichos, allí nos estábamos
retando, a ver quien saltaba antes. Y los allegados de los
etarras, impresionados, porque aquello parecía una plaza de
toros o un desfile de la fiesta nacional de puro despliegue
de rojo y gualda, mirando de reojo los lazos azules “¡Tú!
¿Estás mirando algo? ¿Quieres que te prenda el lazo en los
huevos?”. Crispación. Enfrentamiento. Había un pobre
funcionario de prisiones secuestrado y esa gentuza se andaba
paseando gratis de cárcel en cárcel y encima querían comerse
“nuestros” bocadillos de jamón y beberse “nuestros” cafés,
así, por la cara, provocándonos.
Mucho veneno y mucha crispación alentada por políticos de
mierda con sus ikastolas y su falta de firmeza había llevado
sin duda a tipos, que en otro contexto no hubieran sido más
que gandules y chorizos, a convertir su odio en sangre de
inocentes. Y, viéndoles allí, tras una historia de abusos
por parte de los nacionalismos que sembraron esos vientos y
cosecharon esas tempestades, nosotros, los españoles nos
sentíamos provocados y vituperados, Ortega Lara en un zulo y
esa gente buscándonos la boca. Y a los de la piel de toro
quien nos busca nos encuentra.
Regeneración y krav magá por ley a todos los cargos
públicos, para que no se vean indefensos y se defiendan como
machotes. Y parar a los azuzadores, a los apologistas, a los
cizañeros, a quienes “fijan dianas”, a quienes remueven
ayeres para mover al enfrentamiento entre los españoles de
hoy, parar, no al que critica o denuncia cuando lo hace con
fundamento, porque esa es una luz del sistema, sino a quien
envenena y encizaña tirando la piedra y escondiendo la mano.
Eso y mucho krav magá.
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