Uno escribe este artículo como vacuna autoinoculada ante la
plaga más venenosa contemporánea, los progres. Uno escribe
para que quede constancia de que por ahora esquiva el
mordisco del zombi que les transforme en uno más de ellos.
Finalmente, los normales nos convertiremos en Leyenda, como
la película que protagoniza Will Smith y un perro.
Los progres han demostrado en el Senado cuán crónico se
encuentra este enfermo llamado España; tanto peor que un
apestado. Se recomienda a los sanos que emigren hacia
horizontes más lozanos o que se queden, pero evitando el
contacto diario con televisiones, periódicos, radios y las
discusiones de temas políticos entre amigos.
Se dispensan vendas para los ojos, tapones para los oídos y
mordazas en cualquier quiosco socialista, que adivinarán por
carteles como “Por el pleno empleo”; en Cataluña, “Por la
plena ocupacio” y, en todas partes, con pasquines
mordisqueados de una huelga de un 29/11 aún incrustada en
los escaparates de los comercios.
Nuestros padres buscaron la democracia y se encontraron con
un gusano kafkiano que ha terminado por tornarse en una
dictadura subterránea donde los votos se cuentan por dinero
y donde el culo se pone en cualquier rincón de España a
merced del mejor postor.
Mientras, maquilladores como Rubalcaba pergeñan las tretas
más tiranas para distraer al pueblo con telenovela barata
para abuelas.
George Orwell escribió un libro (cuyo fondo ahora solo se
conoce por dar nombre a un programa de televisión
animalizado) que debería ser de lectura obligatoria para que
todos los escolares crecieran con capacidad de juicio ante
el cinismo político y la verbena de millones que se mueven a
nuestra espalda. En este país plural, plural de gilipollas e
idiotas, gastar 350.000 euros al año en jugar a la ONU en el
Senado se sigue vendiendo como un ejercicio de sociedad o no
sé qué carajotada ha dicho Caamaño.
Sin embargo, si lo que quieren es jugar a los países, los
políticos deberían pagarse estas payasadas con su sucio
dinero y usar el dinero limpio de los contribuyentes en
cuestiones más serias que en cachondearse de los españoles.
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