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sociedad - SÁBADO, 22 DE ENERO DE 2011


aficionados con sus aviones y helicópteros.

REPORTAJE / deportes aéreos
 

“No somos los de los avioncitos”

El Club de aéromodelismo y radiocontrol de Ceuta tiene más de cincuenta socios, todos hombres excepto una mujer; acuden cada fin de semana a la pista ‘Loma de las Arvejas’, en el monte de García Aldave, con sus aparatos
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

No se trata de un juego para niños. Esa es la primera apreciación que hace cualquier aficionado al aeromodelismo, una actividad que está federada dentro de los deportes aéreos, y que en la ciudad cuenta con más de cincuenta socios, que se agrupan en el Club de Aeromodelismo y Radiocontrol de Ceuta (www.aeroceutarc.com).

Su presidente, Antonio Pérez Gómez, es aficionado desde los diez años, desde un día en el que vio a un grupo de personas en la explanada de La Marina entrenar en la modalidad de vuelos circulares. Se acercó a ellos a informarse y le remitieron a un curso que la ciudad daba sobre el tema. Corrían los años de la transición. Allí se asentaron las raíces de un grupo de jóvenes con una pasión común. Los mismos que años más tarde, en la década de los 90, decidieron inscribirse como club.

Desde entonces, se juntan cada fin de semana, cada festivo, en vacaciones... Cualquier rato se les queda corto. Se reúnen en la pista ‘Loma de las Arvejas’, en el monte de García Aldave porque carecen de un espacio adaptado. “Hemos pedido varias veces a los organismos competentes que nos acoten una zona. Sería muy sencillo: un poco de césped o de asfalto, unas mesas... Pero no nos hacen caso, y es el único deporte en Ceuta que no cuenta con unas instalaciones”, protesta Pérez, ”además, es peligroso no tener una zona habilitada porque donde ahora estamos puede pasar cualquiera y si un avión pierde el control, podría caerse sobre alguien”.

El aeromodelismo consiste en diseñar, construir y hacer volar aviones a escala pequeña. Algunos prefieren el momento del vuelto -hay incluso especialistas en acrobacias en el aire-, otros se decantan por el modelismo. Aunque, según preferencias, algunos optan por comprar un avión más o menos construido y montarlo, y están los que prefieren diseñar su propio avión comprando las maderas, atendiendo a planos y cuidando hasta el último detalle.

Aviones, pero también helicópteros. O la última modalidad: el FPV, una técnica de vuelo virtual, en la que el avión lleva incorporado una videocámara. El aficionado se coloca unas gafas y desde su posición puede observar todo lo que el avión va grabando. Es como si el piloto tuviese la misma perspectiva visual que si estuviera dentro del aeromodelo.

“Un avión tiene un coste en torno a los 250 euros”, explica Pérez, “pero una vez comprado es un deporte con poco gasto. Aunque si el motor se rompe, uno nuevo puede costar sobre 80 euros”. En Ceuta existe una tienda en la calle Dueñas donde comprar los materiales necesarios. Además, desde el club dan a los usuarios toda la información que necesiten, se reúnen los fines de semana, participan en competiciones nacionales y en ligas locales (para las que reciben subvenciones del Instituto Ceutí de Deporte), hacen encuentros familiares, organizan yinkanas y forman a los aficionados.

“Aunque no es necesario ser socio para solicitar ayuda”, explica Hoyos, uno de los aficionados integrantes del club, “lo importante es que quien quiera volar, no lo haga solo la primera vez, tenga un ‘hermano mayor’ que le enseñe, le guíe”.

A él le gustaban los aviones desde que tenía 17 años, pero hasta los 41 no encontró un hueco para desarrollar su afición. El ‘culpable’ fue su suegro: se había comprado un avión y lo había dejado en una estantería. Un día se lo prestó a él, ya no volvió a soltarlo.

Es un deporte para todas las edades y sexo, aunque en Ceuta, entre los más de cincuenta socios solo haya una mujer. “Lo básico es la precisión”, puntualiza Hoyos. “Uno puede empezar a entrenar en el ordenador con simuladores de vuelo con los que se gana destreza, después uno aprende volando los aviones”, añade.

“No somos los de los ‘avioncitos’ como nos dice la gente”, concluye, “esta es una actividad que produce mucha emoción, te da adrenalina pero sin riesgo físico para ti... Es como ir en un coche a 80 kilómetros por hora, pero sin frenos ni embrague”.
 

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