Yo me siento en cómodo sillón de
la salita estar frente al televisor cada vez que la
Asociación Deportiva Ceuta juega como visitante. Reconozco
que es un privilegio poder ver al primer equipo de la ciudad
a través de Ceuta Televisión.
Cierto es que las retransmisiones televisivas que nos
ofrecen, desde los campos de la categoría en la que milita
nuestro equipo, son muy defectuosas técnicamente. Lo cual es
comprensible, debido a la falta de medios. Aun así, insisto:
la televisión local cumple perfectamente los objetivos que
se propone: que veamos los partidos y que hasta nos sirva
para opinar al respecto. Lo cual no deja de ser un lujo.
Ahora bien, mentiría si no dijera que el comentarista de los
partidos no está a la altura del esfuerzo que se viene
realizando para que podamos ser testigos de los encuentros
del equipo al otro lado del Estrecho.
El comentarista, el actual y los anteriores, habla
demasiado, incurre constantemente en redundancia, repitiendo
para el espectador algo que ya sabe porque está siendo
testigo de ello. Es la mejor manera de seguir confundiendo
radio con televisión. Por no entender, de una vez por todas,
que el vehículo de información, desde hace ya la tira de
tiempo es el ojo, mientras el oído ha quedado reducido a un
mero complemento. Si a ello le añadimos una mala oratoria y
un desconocimiento supino del espectáculo, estamos haciendo
posible que el generoso esfuerzo realizado para permitirnos
acceder a un campo que está tan lejos, pierda la importancia
que el gesto tiene.
El domingo pasado, una vez más y gracias a Televisión Ceuta,
fui espectador del Lucena-ADC. Pueblo cordobés, donde nació
un futbolista extraordinario, llamado Escudero, y con
quien me divertí de lo lindo en nuestros años mozos, en una
Córdoba en la que, futbolísticamente, todo giraba alrededor
de una estrella: Paz. Jugador, por si los jóvenes desconocen
el hecho, nacido en Ceuta.
Pues bien, el domingo pasado, gracias a otro gran jugador,
Mohamed Alí Amar, “Nayim”, la retransmisión del
partido se hizo soportable. De no haber sido por él,
seguramente habría tenido que volver a usar un método tan
desagradable como es suprimir la voz de quienes parlotean
sin ton ni son.
Gracias a Nayim, que hacía de glosador, no se logró
confundir a los aficionados con lo que estaba sucediendo en
el nuevo campo lucentino. Y sus correcciones a tiempo, sobre
detalles técnicos y tácticos que sólo están al alcance de
los que saben, dejaron en evidencia a quienes no están
capacitados, aunque derrochen voluntad a raudales, para
acometer una tarea que no resulta fácil.
Lo que me sorprendió en Nayim, debido a que es persona muy
instruida y que se expresa la mar de bien, es que cayera en
ese error lingüístico, que viene de atrás y que se ha
instalado definitivamente en la jerga de los locutores
futbolísticos: “El Ceuta avanza con tres efectivos”. “O
necesitamos más efectivos para tal o cual cosa. Horrible.
Que lo digan otras personas es normal. En Nayim me resulta
incomprensible. De los efectivos hablaremos en otra ocasión.
Pues ahora, para finalizar, diremos que la ADC está pasando
por un momento crucial. Y que el árbitro Sánchez-Seco
Otero erró gravemente al expulsar a Manolo Pérez.
Condicionando el partido. El equipo ceutí, en estos
momentos, necesita de la entereza de su presidente, tantas
veces demostrada.
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