La prensa libre puede ser desde
luego buena o mala, pero, con toda seguridad, sin libertad
no puede ser más que mala (Albert Camus). Por lo
visto, la única prensa libre que hay actualmente en esta
ciudad, según se desprende de lo que dicen sus periodistas y
colaboradores, es un periódico digital que lleva el nombre
de Ceuta como cabecera. De ser así, y no hay por qué poner
en duda la presunción de los profesionales de ese diario
digital, tan caballa, se impone rendirles, cuanto antes, un
merecido homenaje por vivir entregados a tarea tan compleja
como es la de hacer un periodismo tan de verdad y sin el
menor deseo de recibir nada a cambio.
El periodismo, dijo alguien, es un oficio fácil. Cuestión de
escribir lo que dicen los demás. Pues bien, los
profesionales del medio de marras, no cesan de airear que
ellos escriben siempre a favor de lo que les cuentan los
perdedores. Y que lo hacen convencidos de que están obrando
de la mejor manera posible. Ya que se han juramentado para
acabar, de una vez por todas, con el poder absoluto que
viene ejerciendo, desde hace ya diez años, Juan Vivas.
Tarea digna de encomio. La verdad sea dicha.
Los profesionales de ese medio digital diario, que responde
al nombre de Ceuta, llegaron aquí un día buscando trabajo. Y
lo obtuvieron en medios que no eran libres. Medios que
estaban vendidos al poder del Gobierno local. Lo cual supuso
para ellos un duro varapalo. Un trauma psíquico. De modo que
estuvieron durante varios años sometidos a una duda que les
atormentaba todos los días y fiestas de guardar: o se
quedaban en esta tierra, soportando la pesada losa del
ordeno y mando de los editores dictatoriales, o bien cogían
el primer barco a fin de regresar a ese puesto destacado que
habían dejado en El País, en ABC o en La Razón.
Uno de ellos, llamado Pablo, resolvió el problema al
ser contratado en una televisión local, cuya fama de
libertad ha sido siempre arquetipo en todos los sentidos.
Aún recuerdo una noche, durante un programa televisado, que
se acercó a mí a ver si le era posible chulearme. Y lo
espanté en un amén. Lo cual no quiere decir que el muchacho
me siga cayendo mal desde entonces. En absoluto. Lo que me
fastidia, en cierto modo, es que a estas alturas de la vida
vaya dándose pote de ser un auténtico defensor de la
libertad de expresión y presuma de ponerla diariamente al
servicio de la Coalición Caballa. Y todo, claro está, porque
sus mejores sentimientos le piden que defienda a los más
necesitados. Y los más necesitados de esta ciudad solo
hallan, para él, cobijo en la bondad que derrochan Alí
y Aróstegui. Dos hombres buenos, donde los haya,
y que al unirse han encontrado el verdadero camino que les
salvará de anteriores petardos.
Otro profesional del diario digital, ceutí, a quien yo tuve
el placer de recomendar en este medio, para que pudiera
abandonar el periódico añejo, porque, según sus palabras, le
impedía realizarse, firma como Gonzalo. Y también
alardea de escribir con libertad en una única dirección:
hacerle el artículo diario a MA. Aunque pone tanto empeño, y
está tan entregado a la causa, que cualquier día es capaz de
decirnos que Vivas perderá las elecciones, debido a que se
ha demostrado que un pariente de éste se dedicaba a
contratar rifeños para Franco. Conviene tranquilizar
a los hijos y nietos de los soldados de Regulares. Que viven
aquí.
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