Yo, desde hace tiempo, vengo
desechando esa cantinela que, últimamente, la utilizan
cientos de personas, sin saber de qué se trata, sobre el
cambio climático.
Para mí, el uso continuado de esta cantinela es propio de
aquellos que sin saber hacer la “o” con un canuto, se las
dan de intelectuales de nuevo cuño.
Y es que, todavía, no he encontrado datos reales que se
ajusten a la realidad y difieran de lo que había hace 30, 40
o 50 años, de mucho más atrás, por razones obvias, no me
puedo acordar.
A pesar de todo esto y cortando la frase en su justo sitio,
me agrada un titular que veo en nuestra edición del pasado
miércoles y que dice:” No usar el coche en distancias cortas
puede poner freno al cambio climático.
Me parece muy buena la recomendación, algo que vengo
haciendo, desde hace muchos años, porque no me gusta
conducir en las ciudades, pero que para nada tiene que ver,
al menos lo que yo hago, con el clima, con su sucedáneo o
con otro tipo de interpretaciones que se vienen haciendo.
Es cierto que es bueno no usar el vehículo en las ciudades,
es cierto que entorpece la circulación de quienes viajan en
el trasporte público y es cierto, también, que más que
beneficiar lo que hace es perjudicar, pero porque usemos el
coche o dejemos de usarlo, en Ceuta, en Valladolid, en
Cuenca o en Gerona, no por ello va a llover más, no por ello
va a haber más niebla, ni tampoco va a hacer más frío o más
calor, depende de en qué meses, en esas ciudades.
Todo lo que aporte más comodidad para quienes vivimos en las
ciudades, lo vamos a considerar positivo y la mayor
comodidad que uno puede encontrar en Ceuta es poder recorrer
la Calle Real, por ejemplo, en toda su extensión, sin,
apenas, tenerse que preocupar de si viene por la izquierda o
por la derecha un coche, dos motocicletas o 16 vehículos del
corte que sean.
Ahora bien, desde hace años, aquí como en mi pueblo, hay
quienes utilizan su coche para ir a comprar una bolsa de
chucherías, o para ir a tomarse un café, en el bar de la
esquina, cuando a pie tardaría mucho menos.
Y ahora que muchos bares, según dicen, están perdiendo
clientela por la ley del tabaco, alguno de ellos podría
compensar eso, ensanchando las puertas de sus
establecimientos un poco, para que así, esos empedernidos
utilizadores del vehículo puedan llegar, en el propio coche,
hasta el mismísimo mostrador.
Hasta hoy, desde hace cincuenta años, las ciudades se han
ido modelando para usar el automóvil: pocos árboles, aceras
estrechas, semáforos desequilibrados para dar más tiempo a
que los coches pasen ... . Es de suponer que, desde ahora,
la estructura cambie, los aparcamientos sean más numerosos y
más baratos, los semáforos den más preferencias a los de a
pie y con ello las costumbres irán cambiando un poco, al
menos, en este sentido.
Pero que nadie se engañe, una vez llegados a este punto, que
el clima no se va a alterar para nada, con lo que en los
meses de diciembre, enero o febrero, en Ávila o en Segovia,
y lo mismo podríamos decir de Soria o de Teruel, hará frío y
frío de verdad, mientras que durante los meses de julio,
agosto, junio o septiembre, en Sevilla o en Badajoz va a
seguir haciendo mucho, muchísimo calor. Eso que nadie lo
dude.
No usar el coche, en distancias cortas, es ventajoso y te
hace ahorrar combustible, pero el clima no lo vamos a ver
que se ha transformado, sólo por eso.
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