Ya lo dicen en la película de Vittorio de Sica El ladrón de
bicicletas: “Todo tiene remedio… menos la muerte”. Así que
si el jueves publicaba EL PUEBLO que un joven belga
denunciaba el robo de su bicicleta en el Monte Hacho, ayer
el chico se marchaba, sobre pedales, hacia Marruecos.
Recuperó su bici, aunque tras pagar 50 euros. Tras el
intercambio, el viajero puso rumbo a su siguiente destino,
Marruecos.
La esperanza es lo último que se pierde. Eso pensaba el
miércoles Steven Van Brussel, y su buena fe le trajo suerte.
EL PUEBLO publicaba ayer que un joven belga, de 28 años,
había empapelado Ceuta con carteles en los que denunciaba el
robo de su bicicleta.
La peculiaridad estaba en que los anuncios apelaban
directamente al ladrón. “¡Me has robado la bici, sí, tú!”,
encabezaba el escrito. Pues bien, Steven pudo ayer continuar
su camino subido en su bicicleta.
La historia se inició el pasado junio, cuando este profesor
de inglés y alemán decidió hacer un paréntesis en su trabajo
y dedicarse a viajar por el mundo. Amante de la naturaleza y
de la aventura, se armó con lo básico y se echó a rodar por
los caminos. Partió de su Bélgica natal. Alemania, Francia y
Suiza fueron sus primeros destinos. Le siguieron Italia y,
de nuevo, Francia.
Un paréntesis en los Prinieos para reunir algo de dinero
trabajando en una granja y rumbo al sur. No le asustó cruzar
el Estrecho a pesar de que no le habían hablado precisamente
bien de estas tierras. Vino dispuesto a acabar con los
prejuicios. Pero no pudo romperlos. Llegó a Ceuta y, en
pocas horas, ya no tenía bicicleta. Mientras dormía la
siesta en una tienda de campaña instalada en Monte Hacho
dejó amarrada la bici. El sueño duró apenas media hora,
tiempo suficiente para que su medio de transporte
desapareciera. A Steven le pareció ver al ladrón y llamó a
la Policía. “Hay muchos policías en Ceuta –explica Stevan-,
pero lo único que hicieron fue trasladarme al hostal. Solo
sirven para estar en las terrazas tomando café”.
Desesperado, tuvo una idea. Empapelar la ciudad. Ese mismo
día habló con EL PUEBLO. “No creo que se pueda hacer nada,
todo el mundo me dice que la bicicleta ya estará en
Marruecos, pero quizás alguien se entere de algo”, añadió.
En la mañana de ayer, un joven se presentó en el hostal
donde Steven permanecía alojado. “Sé quién tiene tu
bicicleta”, le dijo. A Steven se le iluminaron los ojos. “Te
la devolveremos por cincuenta euros”. Steven ni siquiera
pensó en que estaba pagando por algo que era suyo. Volvía a
ser el hombre más feliz del mundo. Le había costado mucho
trabajo reunir los 1.700 euros que le costó comprársela.
“Intercambio”
A las 11.30 de ayer se produjo el intercambio. En media hora
Steven había dejado el hostal y poco después ponía rumbo,
sobre pedales, a Marruecos. Su intención ahora es adentrarse
en el país vecino y participar en un tour para ciclistas.
Después quiere participar como voluntario en una granja. A
través de la web www.wwoof.org, una asociación que se dedica
a vincular a voluntarios con granjas orgánicas que apuestan
por formas de vida más sostenibles, se ha puesto en contacto
con un centro situado en Ben Slimane, entre Casablanca y
Rabat. Deja Ceuta feliz. Si le preguntas si volverá, con una
sonrisa, contesta: “Me parece a mí que no”.
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