Es lo que van a ser las elecciones
del 22 de mayo, para Juan Vivas y para su equipo.
Es pronto, todavía, pero si hacemos caso a las encuestas que
han empezado a circular por ahí, Juan Vivas no se quedaría
en los 19 representantes que tiene hoy, sino que incluso
podría llegar a los 20, con más de un 71% de los votos a su
favor.
Volver a ganar y con esa mayoría tan aplastante supone un
vuelco total en lo que ha sido Ceuta en unas elecciones,
pues a lo largo de los años de la democracia hemos visto
bandazos de una vez a otra, con lo que el personal estaba
totalmente desconcertado.
Y lo más llamativo de este posible aumento de representantes
está en que, para nada han afectado al presidente del
Gobierno ceutí los problemas, serios problemas, que
provocaron personas de este grupo político y que en otras
circunstancias, por lo escabroso de alguno de esos
problemas, podría haber dado un vuelco en el rumbo de las
elecciones y haberle hecho perder varios escaños.
Afortunadamente, aquí se sabe quien es quien, y se sabe que
aquellos fueron unos hechos puntuales de personas aisladas,
aunque estuvieran muy dentro del partido, pero que nada
tenían que ver con el aire de seriedad con el que está
llevando, año tras año, Juan Vivas la dirección de la
Ciudad.
Y como no podía ser de otra forma, yo tengo que lamentar,
una vez más, que con esos números tan elevados no pueda
ganar más terreno aquí el PSOE, cuando todo apunta a que se
presentará con gente muy joven y con ganas de trabajar, tras
haber desaparecido de la escena política “psoista” alguna de
aquellas “joyas” que tan poco favorecieron a este partido,
no hace demasiado tiempo.
No sería poco llegar a 4 representantes, si las encuestas
aciertan en algo, porque ya sería lograr un avance
considerable, pero un 20-4 es un resultado demasiado amplio,
la goleada sería de escándalo, pero con ello, sin embargo,
se dejaría fuera del arco de la ciudad a la persona que más
deseos tiene de entrar, creo que para hacer bulto, otra cosa
no, como es Aróstegui, con lo que además de un paseo para
Juan Vivas, al quedarse sin entrar Aróstegui llevaría a éste
a tenerse que retirar a sus cuarteles de invierno, primavera
y otoño, por los siglos de los siglos.
Todo lo que venimos apuntando, en estos términos, nos
llevaría a lo positivo, a estar ahí para trabajar y a no
perder el tiempo en discusiones bizantinas que no llevan a
nada.
Claro está que eso, tan positivo, al mismo tiempo implicaría
un gran aburrimiento, porque no es lo mismo ir a un pleno y
encontrarte con el aplomo de Juan Vivas, a poder ir a uno y
ver, mejor dicho oír, las “patas de cabra” de Aróstegui.
¿Qué ganaríamos o qué perderíamos con estos cambios?. La
cosa está clara, sin Aróstegui en la Asamblea se ganaría
seriedad y efectividad. Las instituciones parecerían como
tienen que ser, dedicadas a que las cosas funcionen bien,
estén en su sitio.
Con Aróstegui ahí lo que tendríamos sería un número circense
diario. El lleno hasta la bandera estaría asegurado,
veríamos una carnavalada cada día y con un poco de suerte
sería capaz de llevar hasta el salón de sesiones a toda la
“tropa” que le acompaña en sus actuaciones. En total, una
fiesta de marionetas en el pleno.
No me gusta el aburrimiento, pero entre un aburrimiento con
efectividad y un jolgorio desacompasado, prefiero que las
cosas vayan por el justo camino.
Así pues, me abono a los 20 del PP, 4 del PSOE y 1 para
Mohamed Alí, con lo que Aróstegui se quedaría en el
“banquillo” cuatro años más.
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