Quedan cuatro meses para que se
celebren las elecciones en esta tierra. Las que va a ganar
de calle Juan Vivas. Es una verdad que no necesita siquiera
de la publicidad que ofrecen las encuestas. Porque su
triunfo será absoluto. Es decir, por una mayoría aplastante
de votos. Así que los demás aspirantes a convertirse en
alcalde deberían hacerse a la idea de que tienen muy poco
que hacer en su empeño por evitar que Vivas gane por
goleada, una vez más.
Lo de Juan Vivas es un fenómeno sociológico. Haga lo que
haga es bien visto por los ciudadanos. Que siempre están
dispuestos a respaldarlo casi por unanimidad. De modo que no
es de extrañar que esa devoción que sienten hacia él los
ceutíes haya ido redundando favorablemente en su manera de
mostrarse.
Juan Vivas ya no es aquella persona dubitativa en ocasiones,
falto de tablas, y muy preocupado por lo que dijeran los
demás en relación con sus actuaciones y comportamientos. Ha
ido ganando en seguridad, gracias al mucho afecto que no
cesa de recibir de las gentes y de la enorme confianza que
han depositado en él.
Juan Vivas es, sin duda alguna, la persona más influyente de
esta ciudad. Influencia que ha sabido compartir con el
Delegado del Gobierno. Ambos están sabiendo hacer de la
cohabitación la mejor propaganda de cómo dos políticos,
pertenecientes a partidos distintos, han sabido anteponer
los intereses de Ceuta a los de sus siglas.
Los demás influyentes, por más que ‘El Mundo’ los luzca
entre sus páginas, no dejan de ser aspirantes a ser
conocidos en sus domicilios, siempre y cuando no lleguen
tarde a ellos y les digan que la pensión está ya cerrada. O
sea, que no tengo más remedio que catalogarles de
influyentes de pacotilla. Y habría que decirles a quienes
los votaron, ya sean profesores de institutos o directores,
periodistas, intelectuales (!) o los que fueren, que ya está
bien de hacer el ridículo, año tras año.
A lo que iba, que JV arrasará en las urnas. Para desgracia
de los seguidores de Juan Luis Aróstegui. Un perdedor
nato. Un gafe auténtico. Un manzanillo en toda la extensión
de la palabra. Y cuyo único fin es acabar con el partido de
la UDCE. Un logro que no se le resistirá si acaso Mohamed
Alí no reacciona cuanto antes.
Por cierto, que se está extendiendo ya el rumor de que en
esa alianza entre el PSPC y la UDCE hay gatos encerrados. Es
decir, que no se entiende, por más que se mire desde todos
los ángulos posibles, por qué Mohamed Alí ha puesto
su partido a disposición de una persona que lleva muchos
años sin gozar del favor de los votantes.
No se entiende, por ejemplo, que el líder de la UDCE se haya
expuesto con el pacto a perder escaños y encima deba
entregarle uno a JLA. Con lo cual, suponiendo que saque dos
diputados, se quedarían sin asiento en la Asamblea los
verdaderos hacedores del partido. Los que han luchado
denodadamente para conseguir lo que han conseguido. En fin,
bien haría Fatima Hamed, tan preparada ella y tan
entregada a la causa de los suyos, en prestar oído a cuanto
se viene diciendo en relación con la alianza entre Alí y
Aróstegui. No vaya a ser que cuando ella se quiera dar
cuenta, de la verdad del cuento, se vea obligada a pedirle
ayuda al triunfador absoluto: Juan Vivas.
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