Los políticos siempre están en
campaña lectoral pero, indiscutiblemente, cuando aprietan el
acelerador en busca de los votos necesarios para gobernar es
cuando se acercan las elecciones, en esos momento no se dan
ni un respiro ofreciendo todo lo que hay que ofrecer en sus
programas electorales.
Hay políticos que son auténticos profesionales de la
política, a los que perder su escaño le supone la más
dolorosa de las perdidas de su vida. Esta clase de
políticos, defienden su parcela de poder con uñas y dientes,
pues fuera de la política no saben que hacer, de ahí que no
tienen el menor inconveniente apuntarse al ganador aunque,
con ello, traicione sus propios ideales.
Y es de todos estos, que se agarran al sillón con todas sus
fuerzas, apostando por el ganador sin importarle, nade de
nada, lo que el personal piense de ellos o les quiera decir,
es de donde nacen los tránsfugas, algo co le que habría que
acabar de una vez por todos, por el bien de la propia
democracia.
Acabar con los tránsfugas es de lo más sencillo del mundo
mundial. Los votantes lo hacen a una sigla y no a una
persona determinada dentro de esas siglas, pues de hacerlo a
personas determinadas existirían las listas abiertas.
Por tanto si se hacen a una sigla y a no apersonas
determinadas, el escaño conseguido pertenece, sin lugar a
duda alguna, a las siglas a las que se ha votado. Así cuando
alguien quiera abandonar su escaño para irse de tránsfuga a
otra siglas, sólo hay que sacar una ley, que le devuelva el
escaño a las siglas a las que se ha votado y el tránsfuga se
vaya a la… calle, puesto que ese voto no le corresponde. Que
nadie me venga a decir que sacar esa ley no es del más
sencillo del mundo mundial.
Además no se cómo alguien se puede fiar de un tránsfuga que,
en cualquier momento, por las razones que sean, puede
realizar la misma acción a las sigla que le han acogido. Ya
decía la sabia de mí abuela aquello de “que la cabra tira al
monte”. Y yo, de mi cosecha particular, añadiría y mucho más
si en ese monte hay mucho “verde” del bueno.
Hay otra clase de políticos que se creen que, en verdad, son
el ombligo del mundo de la política, ya que sin ellos como
líderes de las formaciones políticas estas no tienen nada
que hacer.
Prueba hay de que son muchos de estos “genios de la
política, auténticas lumbreras” que al no serle concedido el
poder liderar el partido en una lista camino de unas
elecciones, se borran del partido y crean uno suyo
nombrándose líder del mismo si que, por supuesto los cuatro
mindundis que le acompañan les puedan discutir el liderato.
La mayoría de todas estos lumbreras de la política, sin cuyo
liderazgo el partido al que pertenecían se rompe, ven como
ese partido sigue sacando escaños en las lecciones, mientras
el suyo, el que lidera el lumbrera de la política, pasan
años y más años, y no saca ni los votos necesarios para
ocupar, aunque sea él sólo, un escaño que le dé un sillón de
poder.
Y eso que, en ocasiones, cómo los tránsfugas se agarran a un
clavo ardiendo, pactando con quien sea, en el intento de
conseguir el sillón del poder. Adiós, tú
|