Que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor medicina
sea tu alimento”. Maite Carrasco empieza citando a
Hipócrates. Es la presidenta de la Asociación de Naturópatas
de Ceuta y una convencida nata de la medicina natural. Pero
antes matiza: “Tiene que quedar claro que no es sustitutiva
de la tradicional, es complementaria”. Una medicina que
apuesta por utilizar las materias naturales que ya conocemos
en pro de una mejora en la salud. “La naturopatía no es una
ciencia nueva, es lo que siempre se ha conocido como ‘los
remedios de la abuela’: el tomarte una tila cuando estás
nerviosa, una manzanilla porque te duele el estómago,
tomillo para respirar mejor o ponerle al niño en la mesilla
de noche, cuando se acuesta, una cebolla partida por la
mitad para que no tosa por la noche”, explica.
Además de enseñar hábitos alimenticios y trabajar técnicas
como el quiromasaje, la iridología, la reflexología o la
oligoterapia, Carrasco centra su estudio en las flores de
Bach, “la gran desconocida, en Ceuta y fuera de Ceuta”,
anota, y añade: “Aunque eso sí, quien la conoce, ya la tiene
siempre presente para utilizarla cuando le haga falta”.
Las flores de Bach consisten en 38 remedios florales
descubiertos por Edward Bach. El médico consideraba que la
enfermedad es “un desequilibrio emocional que se produce en
el campo energético del ser vivo. Si este desequilibrio
continúa por cierto tiempo sin tratamiento, se produce la
enfermedad en el cuerpo físico”. Cada uno de estos remedios
se divide, a su vez, en siete categorías, relativas a
diversas emociones: remedios para los que sienten temor,
incertidumbre, falta de interés en general, soledad,
excesiva sensibilidad a influencias externas y desaliento o
desesperación.
“Estas flores sirven para equilibrar emociones a las cuales
siempre estamos expuestos, ya que el simple hecho de amar
genera angustia”, explica Carrasco, “las emociones son las
grandes olvidadas, incluso nos pueden matar”. La naturópata
se refiere, por ejemplo, a los casos en los que los
sentimientos negativos son más fuertes que las ganas de
vivir: “Son las típicas expresiones de se murió de pena, o
se apagó como una vela”.
Las flores de Bach pueden utilizarse tanto para enfermedades
físicas como psicosomáticas que sean el resultado de un
desequilibrio emocional que persiste a través del tiempo,
debilitando el organismo y el sistema inmunitario, así como
la capacidad de defenderse ante agentes patógenos.
Hay pacientes que acuden con dolencias concretas para
descubrir si estas provienen de un estado anímico. Otras
llegan con la intención de luchar con flores contra
desequilibrios como puede ser el del sueño. Hay flores que
actúan ante una situación concreta: “Es la flor del rescate
o de la emergencia, logra sacarte de una situación en un
momento concreto”, explica la naturópata. También hay flores
que se destinan a relajar emociones concretas como la
tensión o la ansiedad que puede acumularse en situaciones
como, por ejemplo, la previa a un examen. De hecho, hay dos
flores específicas para adolescentes en esta situación: “Una
actúa contra la falta de confianza y la otra sirve para
aprender de situaciones vividas”.
Una de las flores más demandadas por sus clientes es la de
Walnut, la flor del cambio, que intenta controlar los
nervios o inquietud provocados a raíz de algún cambio. “Es
muy recomendable para las personas que se trasladan de
ciudad”, matiza Carrasco.
No solo para personas
El proceso que tiene que seguir un paciente cuando acude a
su consulta empieza por rellenar un formulario con 150
preguntas relativas a su situación actual, sus
peculiaridades, las relaciones con su entorno y su pasado.
En base a este, la naturópata elabora un perfil que pregunta
al paciente si quiere que se lo lea o no, y después le
aconseja un preparado de flores, que deberá tomarse diluido,
normalmente, en agua o alcohol.
Después, a la naturópata le gusta hacer un seguimiento
continuo de todo el proceso: “Seguir de cerca los resultados
es fundamental porque las emociones varían y, por tanto,
también las flores que necesita”. Además, añade: “Los
procesos son muy personificados, porque unas flores pueden
tapar lo que otras potencian. No puedes utilizar las mismas
flores para una persona que es demasiado activa y necesita
relativizar que para alguien que le hace falta ímpetu”.
No solo para las personas sirven los preparados florales.
Una de sus pacientes acudió a demandar un perfil después de
observar los buenos resultados que las flores de Bach,
recomendadas por su veterinario, habían producido en su
gata. “También son aconsejadas para las plantas”, añade
Carrasco, “porque si sienten emociones también pueden serles
útil”.
Maite Carrasco empezó a interesarse por este tipo de
terapias tras muchos años trabajando en medicina: “Me di
cuenta del porcentaje tan alto que había de personas que no
encontraban lo que buscaban con la medicina natural”,
explica. Y añade: “Aunque hay enfermedades que únicamente se
pueden enfrentar con la tradicional”. Para concluir añade
que es complicado explicar el funcionamiento de las flores,
pero que podría entenderse con una metáfora: “Vivimos en un
jardín al que le van cayendo muchas hojas, las de las penas,
las de las decepciones... y en el que, a medida que más
hojas caen, menos luz entra. Con las flores de Bach, poco a
poco, se quitan las hojas para que vuelva a entrar la luz”.
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