Porteadores marroquíes colapsan a diario el paso fronterizo
del Tarajal al intentar cruzar por la tarde a Marruecos. Con
el Biutz cerrado desde el mediodía, miles de cargadores
(hombres y mujeres) se apostan en la rotonda del Tarajal y
los alrededores para ‘pasar’ mercancía que es transportada
por pequeñas furgonetas hasta la misma boca de acceso de
personas por la frontera, donde impunemente se descargan y
se entrega a los porteadores sin que las Fuerzas de
Seguridad con competencia en la materia de ocupación de via
pública (carga y descarga), venta ambulante y tráfico,
eviten esta práctica diaria e irregular.
Caos, descontrol y marabunta consentida por omisión. Ese es
el panorama diario que se observa por las tardes en las
cercanías de la frontera del Tarajal. Si la zona del
Polígono con acceso al Biutz ha logrado no sin dificultades
controlarse en base a un derroche sin precedentes en coste
de personal (UIP y UPR), los porteadores y los empresarios
vinculados al acarreo de mercancía para Marruecos se han
empeñado en continuar con la actividad aun cuando los
aduaneros marroquíes dan por cerrado el Biutz a las 13’00
horas.
De tal modo que los porteadores se apostan en los
alrededores del paso fronterizo natural del Tarajal ocupando
masivamente acerados y rotonda en espera de que se produzca
tal concentración de personas que intentan cruzar al otro
lado que, por seguridad, haya que abrirse puertas y tratar
con los marroquíes para que permitan el paso. Así ha venido
sucediendo en algunas ocasiones, por lo que ni porteadores
ni los encargados en organizar los portes cejan en el empeño
cada día sin importar el caos que ello produzca y con la
facilidad añadida de que ni Guardia Civil, ni Policía Local
impidan prácticas contrarias a la fluidez de la circulación
vial y a la reglamentación por venta ambulante. El final de
la carretera nacional que accede a la frontera es tomada
literalmente cada tarde por centenares de marroquíes que,
apostados, en los acerados y en la rotonda aguardan la
llegada de pequeñas furgonetas que, en un visto y no visto,
en acción coordinada por los encargados de los portes,
descargan decenas de bultos que, a su vez, son distribuidos
entre los porteadores que tratan de cruzar aprovechando que
a esas horas (17:00 horas) comienzan a llegar las miles de
mujeres que, dedicadas al trabajo de hogar, regresan a
Marruecos.
Marrón para el CNP
El ‘marrón’ diario se lo come el Cuerpo Nacional de Policía.
Su misión en la frontera es la documentación, el control de
pasaportes. Sin embargo, agentes del cuerpo deben dedicarse,
aún sin tener por qué hacerlo según sus funciones, a evitar
que se colapse la entrada de personas a pie por la frontera.
Tarea que diariamente fracasa ante la avalancha humana
cargada de paquetes y bultos.
En medio de este caos y descontrol en el que se ha
convertido la zona próxima y anexa a la frontera, se produce
venta ambulante sin que nadie evite la práctica prohibida en
el término municipal. Se produce además, el colapso
circulatorio cuando coincide -algo habitual- las furgonetas
cargadas de bultos, el autobús que llega hasta la frontera y
los vehículos que pretenden acceder a Marruecos. La rotonda,
que debería ser un elemento de fluidez circulatoria, se
convierte en un punto de permanente atasco con una imagen
más próxima a países tercermundista que de un territorio
europeo aunque esté situado geográficamente en África.
“Descorazonador”
Llegar al Tarajal “es descorazonador”, apuntaba uno de los
conductores del servicio de autobuses. Algo parecido, aunque
con el añadido de “catastrófico” mascullaba un taxista que
se encontraba obstaculizado en mitad de la rotonda. Entre
medias, el personal de Obimace que sí está cada día,
limpiaba sobre la marcha lo que los porteadores arrojaban al
suelo.
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Tarajal: zona de carga y descarga, ocupación de vía pública
y de venta ambulante por omisión de la autoridad
Ceuta cuenta con la representación
del tercermundismo en su esencia más llamativa en el
tránsito diario de cargadores y porteadores que, inmutables
al orden público y a las reglas cívicas de una sociedad
avanzada, han convertido los espacios próximos a la frontera
española con Marruecos, la del Tarajal en un lugar donde el
desorden, el caos y la pillería impera por encima de la ley
y el orden por la omisión del deber de las autoridades
competentes que deben velar porque en el territorio español
se cumplan las normas inherentes a las reglas del juego que
se ha otorgado la sociedad española. Y aún más, en esa zona
de Ceuta se permite lo que se impide -faltaría más- en la
plaza de la Constitución cuajada de agentes de la Policía
Local estáticos o en tránsito permanente. Las tardes en el
Tarajal se han convertido ya en un problema importante de
orden, donde ni Guardia Civil regula el tráfico al final de
la carretera nacional, ni la Policía Local impide que la
rotonda se convierta -para peligro de los ocupantes- en el
banco de descanso de decenas de porteadores y o que se
produzca venta ambulante, o que el espacio para el Bus esté
siempre ocupado.
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