Me estaba haciendo cuenta de la
cantidad de periodistas que somos en “EL PUEBLO DE CEUTA” y
por mucho que las repaso, una y otra vez, no hay forma de
que me salgan las cuentas hasta llegar al número de 20.
Igual que como no se contar muy bien, qué más quisiera que
tener esa gran inteligencia superior al resto de los ceutíes
que alguno posee, pues estoy en un error y no doy con la
tecla.
Decido contar con los dedos, que es como contamos los que
carecemos de una inteligencia superior, y resulta que además
de los periodistas de este su periódico, tiene que haber
otros compañeros en otros medios de comunicación escritos
que también estén vendidos al poder, pues al llegar a los
dedos de los píes, para completar los veinte, me sobran
dedos.
Que digo yo, en el supuesto que se pueda decir algo, que si
no protestan estos compañeros de otros medios escritos de
comunicación, a lo mejor es que aunque no estén vendidos,
que seguro que no lo están, se aplican aquello del que
manda, manda y cartucho al cañón. Y calladitos que en boca
cerrada no entran moscas. ¡De pena!.
En fin, allá cada quisqui con sus problemas, a mí
personalmente y en persona, me da una pena infinita, que se
tengan que callar, porque un mindundi, que pinta menos que
el menda en la Capilla Sixtina, venga a insultarles a su
propia casa. La verdad, por muchas vueltas que le doy al
asunto, no acierto a comprenderlo.
Al menda viene un mindundi a insultarme a mí propia casa, y
me falta tiempo para abrir la perta y enviarlo a la p…calle.
Claro que eso va en la personalidad de cada individuo, y en
lo que, desgraciadamente, mirando por el pan de los suyos
tiene que aguantar hasta los insultos del mindundi de turno
que, además de mindundi, es un fracasado con menos porvenir
que un mono con vértigo.
También puede pasar que el dueño de la casa en la creencia
de que le mindundi, perdedor nato per secular seculorum,
pueda un siglo de estos, conseguir un puestecito, acompañdo
del silloncito de turno, y desde ese puestecito y ese
silloncito, le pueda reportar algún beneficio que alivie su
maltrecha economía.
Si esa es su creencia, que no creo que sea otra, permitiendo
la muindundi el insulto a los compañeros de este
maravillosos oficio de periodista, lo mejor que puede hacer
es comprarse un sillón y esperar sentado, armándose de
paciencia, más paciencia que Job, a que la suprema
inteligencia de este pueblo nuestro, qué digo pueblo
nuestro, del mundo mundial, consiga ese puesto y ese
silloncito de poder.
Y como dicen que la esperanza es lo último que se pierde,
pues a esperar otros cuatro años, a partir de este año de
gracia en el que se celebran las próximas elecciones
municipales donde, según las encuestas, tiene las mismas
posibilidades de conseguir el silloncito de turno, que el
menda de ser el próximo presidente del Gobierno.
La suerte que tenemos los periodistas que estamos vendidos,
entre ellos yo, las cosa claras, es que como va a ganar otra
vez Juan Vivas pues vamos a seguir cobrando una pasta que ni
te quiero contar. Pagada, por supuesto, en Ceuta no en
Granada.
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