El domingo comenzó a llover cuando
faltaba nada y menos para que la Asociación Deportiva Ceuta
y el Écija empezaran su encuentro en el Murube. Coartada
perfecta para quedarme en la salita de estar leyendo y
esperando la hora en que principiara Madrid-Villarreal:
partido que prometía diversión.
Mas uno dispone y los sentimientos se imponen: el club está
presidido por una persona a la que llevo tratando mucho años
y me impongo el deber de asistir al estadio para comprobar
si el equipo sigue mejorando bajo la dirección de Andoni
Goikoetxea. Y mi gozo en un pozo.
Así que sólo me queda invocar a mis santos preferidos para
que el conjunto ‘caballa’ adquiera, de prisa y corriendo, un
sistema de juego que le capacite para no estar a merced de
los rivales, durante tantos minutos. De lo contrario, y como
pintan las cosas, he asumido que tendré que dejar de acudir
al campo. Como ya lo hice cuando Joao de Deus era el
entrenador. Pues a mi edad es contraproducente verme
obligado a recurrir al Espidifen, después de cada partido,
para aliviar la jaqueca producida por lo que veo en el
Murube.
Lo que veo en el Murube es la indolencia de no pocos
futbolistas locales, y para mí no es agradable airearlo, la
cual hace imposible que los rivales sientan la presión de
estar jugando fuera de casa y ante un adversario
perteneciente a la aristocracia del Grupo IV.
Por lo tanto, creo que se impone cuanto antes que ciertos
futbolistas sean reconocidos y analizados, para desechar que
padezcan la enfermedad del sueño: no vaya a ser ésa la causa
de la indolencia absoluta y esa especie de somnolencia tan
grande que vienen demostrando los susodichos cuando compiten
(!).
Para competir bien hay que estar en las mejores condiciones
físicas. Verdad de Perogrullo. Y la plantilla de la ADC está
dando muestras palpables de haber hecho una pretemporada
donde el trabajo de resistencia aeróbica parece ser que
estaba prohibido por decreto de los responsables de
practicarlo.
Me disgusta darme la razón con aciertos anteriores. Mas hay
momentos en los cuales es conveniente recordar lo que uno le
dijo a quien convenía decirle, en charla de sobremesa: lo
ideal sería que la plantilla se quedara en Ceuta, durante el
permiso navideño, para hacer una pretemporada corta. Resulta
imprescindible convencer a los jugadores de la necesidad que
tienen de aceptar un sacrificio menor. Pero de vital
importancia para un conjunto formado para ascender.
La mala condición física de la plantilla, quizá porque a
muchos de sus componentes les haya picado la mosca del
sueño, impide que los laterales se anticipen. Y que suban al
ataque sin balón y nunca por sistema, con el único fin de
desestabilizar las líneas contrarias. También es la causa de
que los defensores centrales sean lentos, fáciles de
desbordar y estáticos a tiempo completo. Y, por si fuera
poco, hacen posible que Sandro y Ormazábal sean una
auténtica rémora en la zona vital del medio terreno.
Menos mal que, ante semejante caos, surge siempre la figura
de Javi Navarro. Hecho que le permite al equipo
seguir ocupando la cuarta plaza de la clasificación. Y, por
encima de todo, confiamos en que el presidente actúe de
manera inmediata. Para solucionar los problemas que se han
agravado en esta cuesta de enero.
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