Y adiós a las vacaciones de
Navidad. Llegados a estas fechas, realmente, uno no sabe si
se han hecho largas, o si hace unos instantes que se terminó
la última clase de 2010, año al que ya hemos dejado atrás.
A mí, ahora, igual que hace 25, 30, 40 o 50 años, se me hace
duro comenzar este segundo trimestre. Ni siquiera los muchos
años, con el mismo ritmo, me han hecho ya acostumbrarme, y
eso que, en estos momentos, estoy ya en el curso número 42
como docente, pero con todo y eso las Navidades tienen mucho
tirón y cuesta dejarlas atrás.
Por eso, a mí, en particular, no me extraña que los alumnos,
los que ya están a las mismas puertas de la Universidad,
digan que podían prolongarse un poco más, para terminar con
la resaca festiva, antes de volver a clase.
Es lo de siempre. A todos nos cuesta y nos ha costado,
incluso a los que nos tildamos de responsables, y sólo el
paso de unos pocos días, pero en clase, vuelven las cosas a
su justo punto, y llevan a la normalidad.
En este año, y eso también debe tenerse en cuenta, el
comenzar el trimestre en lunes, nos hace enderezar el ritmo
de un solo tirón, no es lo mismo que cuando las clases han
comenzado un jueves, que ese “mal trago” se prolonga,
incluso, con un fin de semana más. Todo hay que tenerlo en
cuenta.
Y lo peor de un curso como éste, al menos para los alumnos
del último curso, antes de llegar a la Universidad, es que
este trimestre que estamos comenzando hoy, es largo, yo
diría que larguísimo, de más de tres meses, con lo que el
último trimestre, para aquellos que tienen que ir a unas
pruebas de Selectividad, no va a durar ni un mes, más bien,
un mes escaso.
Son los tiempos y así es la distribución clásica, con lo que
en este trimestre que estamos comenzando hoy es en el que
habrá que hacer todo lo que hay que hacer, y quien, allá por
el “viernes de dolores”, fecha del comienzo de las
vacaciones de a Semana Santa, no haya sido capaz de haber
hecho todos sus deberes, o quien para entonces no esté
preparado, que se vaya preparando para poder concluir, no en
mayo, si no en septiembre, si es que es capaz de aprovechar
el verano, mejor de cómo aprovechó los meses de enero,
febrero, marzo y abril.
Ahora, todas esas fechas que he venido citando, estas líneas
más arriba, quedan muy lejanas, no conviene querer volar,
sin haber aprendido a andar antes, no hay que saltarse los
pueblos de tres en tres, hay que ir a su debida marcha y
tanto profesores como alumnos, tendrán que ponerse las pilas
para abordar lo que se viene acercando.
En este orden de cosas, he hablado de alumnos y de
profesores, pero no he citado, no he querido citar con estas
palabras, a los alumnos que no vienen a diario, ni a los
profesores que están liberados, porque unos y otros
pertenecen a otro estrato, no llevan el mismo ritmo, van por
otros derroteros, como muy bien saben quienes hicieron de la
vida de estudiante un “fumarse” las clases a diario y como
mejor saben todos aquellos que han hecho del sindicalismo
una profesión especial, a parte, y llevan 20 años sin coger
la tiza, no porque ésta contamine, si no porque las
liberaciones les eximen de ello.
Esos, estudiantes o profesores, también pertenecen al mundo
de la enseñanza, aunque creo que en otro escalón.
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