Con la llegada de 2011, se lleva a
cabo el comienzo de una década. Sobre el principio
matemático del mismo se puede realizar todo tipo de
especulaciones. A simple vista se observa que no es primo de
forma aparente –al menos cuando se le aplica los criterios
elementales de divisibilidad- por lo que no será una década
que nos traiga grandes catástrofes, pensando en el mundo de
la enseñanza.
Comenzamos, pues con cierto temor al enfrentarnos en esta
década que, pesimistamente no será prodigiosa porque no
hemos emprendido el camino de la recuperación. En el aspecto
educativo es bueno recordar los esfuerzos que se han
realizado por parte del Ministerio de Educación para
conseguir un PACTO EDUCATIVO entre todas las fuerzas
implicadas, sin llegar a lograrlo, después de alargarse más
de lo previsto. Sólo pequeños remiendos y los dos partidos
mayoritarios viéndolo pasar esperando, quizás, un mejor
momento. Pero ¿cuándo se producirá éste?
Los números están abiertos a toda clase de conjeturas.
Varios sesudos análisis académicos, recientemente dados a
conocer han hecho alardes de las crisis económicas y
políticas en coincidencia con el número “9”: 1929, 1989 y
2009. (Sobre 2010, permanecen en silencio).
Bajo las interpretaciones de la Historia, lo humano queda
reducido a nada más y nada menos que la búsqueda de
múltiples opciones de libertad, las distintas elecciones y
escenario que fueron o pudieron ser y por tanto, conservan
la posibilidad de manifestarse. Sólo en este punto, la
historia es adivinación: cuando imagina que lo peor no
siempre ha tenido que ocurrir.
Los pronósticos para 2011 resultan sombríos, pero no tienen
por qué cumplirse. En 1º lugar, porque un momento de crisis
sistémica, como la actual, los elementos de incertidumbre
pueden producir realineamientos insospechados; en 2º lugar,
porque estamos entrando en una era post-imperial
caracterizada por el ascenso de potencias emergentes: China,
India, Brasil… y, entre la banalización y el protagonismo,
hay muchos escenarios posibles para Europa y para España… No
existe una España que no pueda ser más que como ficción: hay
todo un año para demostrarlo.
En las actuales circunstancias, el optimismo consiste en
esperar a quedarse como estamos, en conformarse en no
descender más peldaños de la escala de “bienestar” que hemos
bajado de golpe y a costalazos, y en aceptar con cierta
resignación que 2011 sea un año de tristezas llevaderas en
el que las penurias reducidas de los últimos años discurran,
al menos, sin nuevos sobresaltos.
Trasladado todo el ambiente que respiramos en nuestro país,
la enseñanza no será la que mejor salga parada. Nada hace
pensar que vivamos mejores situaciones que la década pasada.
A la vista de los resultados del último Informe Pisa, aunque
globalmente haya ligeras mejoras en determinada competencia,
apenas han sido relevantes, por lo que estamos más o menos
igual, soñando que algún día lleguemos a igualarnos o
superar a esos países que son nuestra envidia: Finlandia,
Corea del Sur, Canadá,…
En anteriores colaboraciones, en pleno proceso de
aportaciones de ideas, expuse con claridad cual era mi
posicionamiento con respecto al deseado PACTO. Llegué,
incluso a elaborar mi propio decálogo, donde puntualicé en
los puntos clave para que se llevara a cabo el deseado
acuerdo: el español como lengua vehicular en convivencia con
las lenguas autonómicas y con programa común.
Para que en Educación se produjera un cambio, que no quiere
decir que necesariamente sea para mejorar, se tendría que
producir el hecho de llegar a unas elecciones generales, a
través de una convocatoria adelantada –faltan 14 meses para
que la legislatura actual finalice, cumpliéndose
estrictamente el calendario, 28 de Marzo de 2012- o llegar a
su fin. Como están las encuestas en la actualidad se podría
producir un cambio en el gobierno, que llegaría a manos del
PP. Pero, a falta de algo más de un año, pueden ocurrir
muchas cosas.
En el supuesto que el vencedor fuese el PSOE, pienso que
nada cambiaría, ya que trataría de imponer su LOE, ley de la
que tenemos una amplia experiencia y de resultados
negativos, que no voy a tratar de analizar en este caso, ya
que ha sido suficientemente evaluada.
En el caso de llegarse a finalizar la legislatura actual y
el resultado beneficiara al PP, también está más que probado
que intentarían colocarnos la LOCE, su ley de calidad de
educación, que apenas tuvieron tiempo para evaluarla,
llegándose al final de sus dos legislaturas con escasos
elementos de consideración para conocer sus resultados,
siendo rápidamente derogada al subir al poder el PSOE en
2004.
¿Será el 2011 el año en que los problemas educativos de
nuestro país se resuelvan? Sin llegar a la primera
suposición, expuesta anteriormente, -con la otra el 2012 lo
dirá- cabría pensar, aunque remotamente, que ambos partidos
mayoritarios se pusieran de acuerdo, llegarán a olvidarse de
personalismos absurdos y proponer una ley educativa que
llenara de satisfacción a todos los sectores implicados,
que, como hemos reiterados varias veces, son el español como
lengua vehicular y un programa común. Pero, como una sola
voz, parece ser que todos los opinadores piensan que primará
en 2011, será la incertidumbre, y estaríamos expectantes por
el desarrollo de los acontecimientos que se nos avecinan.
A todo ello, habrá que añadir, que si no se toma una seria
decisión para suprimir las competencias de educación a las
autonomías, el problema de educación en nuestro país no se
solucionará nunca. No es de recibo que todas ellas vayan por
distintos caminos.
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