El pasado 3 de enero los bomberos recibieron una lluvia de
piedras y ladrillos cuando sofocaban el incendio de un
coche. El incidente se ha convertido en algo demasiado
habitual en la ciudad. Tanto los efectivos de este cuerpo
como la Policía Local han sido agredidos en numerosas
ocasiones cuando van a hacer sus servicios a la barriada El
Príncipe. Sindicalistas de los dos cuerpos advierten de que
el vandalismo sigue creciendo más allá del protocolo de
protección de la Policía Nacional y de los casos que se
publican.
Hasta 50 veces fueron apedreados los bomberos de Ceuta
cuando acudían a cubrir servicios en la barriada El Príncipe
y los diferentes accesos para entrar en ella, según
contabiliza Gonzalo Sanz, representante de UGT en el Cuerpo
de Bomberos.
La escena no por repetida dejar de ser impactante. Un coche
ardiendo, una llamada al servicio y los bomberos acuden con
dos vehículos, uno contraincendios y otro de apoyo. Cuando
comienzan a hacer su trabajo, los vándalos, generalmente
adolescentes y niños, comienzan a lanzar piedras. La última
vez, el lunes 3 de enero la lluvia cayó en forma de piedras,
algunas de ellas en bloques grandes, y ladrillos. El
resultado ese día fue la rotura de un faro. Otros días los
daños fueron mayores o apenas alguna abolladura en la chapa.
“A veces es un daño pequeño porque nuestros coches son
duros, resistentes y aguantan bien los golpes”, detalla
Sanz.
El problema no es tanto los daños económicos sino el hecho
de que pese a la puesta en marcha durante el pasado año del
protocolo de colaboración con la Policía Nacional por el que
este cuerpo monta un dispositivo de protección cuando los
bomberos acuden a la zona conflictiva, “el problema persiste
y sigue”, revela este profesional.
A su juicio, no es normal, y debería de llamar la atención
de la clase política el hecho de que “en Ceuta nos juntamos
25 efectivos de la Policía Local, Bomberos y Policía
Nacional para apagar un chasis ardiendo en una barriada”.
Manuel Coronado, el viceconsejero de Gobernación, valora el
paso que se ha dado con el protocolo, pero la repetición de
los hechos le hace proclamar que “es ridículo montar un
dispostivo de seguridad para ir a apagar el incendio en una
vivienda como ha ocurrido”.
Coronado recuerda que los bomberos acuden a El Príncipe,
como a cualquier zona de la ciudad, “para sacar a una
persona atrapada en un ascensor, un incendio en una casa, un
coche o un contenedor. Lo piden los vecinos, los bomberos
van a trabajar y los apedrean. Hombre, no son monos de
circo. Hay que ser indeseables para hacer lo que hacen con
ellos”.
El representante de los bomberos va más allá de las condenas
a los hechos y critica a la clase política porque “no tiene
interés en solucionar el problema. No solo son las pedradas
es que va a más. Vamos allí y a veces hemos oído disparos.
Yo no sé si son de fogueo, intimidatorios o que, pero son
disparos y la Policía también los ha oído”.
En el seno de la Policía Local se vive la misma sensación de
que el problema es mucho mayor a lo que trasciende y el
malestar es creciente en la plantilla.
El Parque Móvil de la Ciudad Autónoma no contabiliza
específicamente los daños por vandalismo porque están
incluidos en las reparaciones en general. Sin embargo, los
juzgados han solicitado durante los años 2009 y 2010
diferentes peticiones de valoración de daños por destrozos a
vehículos que estaban en procesos de instrucción contra
personas detenidas por los ataques. En total se valoraron
los destrozos a siete coches patrullas por 2.630 euros.
Habían recibido los impactos de las piedras en las puertas,
el capó o el techo.
Ángel Ruiz, delegado sindical de CC.OO en la Policía Loca,
describe así las emboscadas. “Hacen llamadas para servicios
falsos. Nos presentamos allí y nos tiran de todo. La moda,
por así decirlo, empezó con nosotros y se extendió a la
Policía Local y la Cruz Roja”.
Recuerda Ruiz que en 2007 incluso quemaron un coche policial
en el Polifuncional del Príncipe y coincide en señalar en
que los ataques han ido a más y “a veces se oyen tiros”.
Los agentes locales ven muy dificultada su labor cuando
entran en la barriada El Príncipe siguiendo a un cocge
robado o cuando detienen a algún delincuente. “Nos rodean
personas de todas las edades, nos increpan y nos nos dejan
trabajar”, explica Ruiz. Este agente insiste en que su
sindicato ha instado en repetidas ocasiones a la Delegación
del Gobierno a que tome cartas en el asunto para cortar el
problema.
Ángel Ruiz también se dirige a la asociación de vecinos del
barrio y a la federación para que la gente colabore en
señalar a los autores de las acciones de vandalismo.
“Siempre nos critican porque nos dicen que no estamos allí.
También que la mayoría de las personas que viven en el
barrio no son delincuentes, pero no colaboran, nadie nos
dice quienes son los niños que tiran las piedras”, plantea.
Los ataques sin detenidos por la Policía no tienen
consecuencias penales y los autores se sienten impunes.
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