La máxima que da título a este
editorial conlleva una reflexión que algunos políticos
parecen tener muy presente y así debe ser. Ayer la destacaba
el portavoz de los populares ceutíes, Francisco Márquez, a
propósito de la encuesta que Sigma Dos ha elaborado para el
diario El Mundo con la intención de voto para las próximas
elecciones autonómicas, que se celebrarán el 22 de mayo.
“El pueblo no se equivoca” es un buen lema para cualquier
político que aspire a gobernar, pues en efecto, en una
democracia, el pueblo es soberano y más allá de las palabras
hueras, tiene la última palabra, la opinión más importante,
la que refrenda o rechaza los actos de sus representantes o
de quienes aspiran a serlo. Porque más que de las palabras,
los ciudadanos informados y responsables, aquellos que
acuden a las urnas a votar cumpliendo con un derecho y una
obligación fundamental y en el sentido que sea, se fían más
de los hechos, de las realizaciones. Eso es lo que, al
parecer, entienden los votantes ceutíes, lo que han
entendido en las dos anteriores legislaturas y parecen
seguir opinando a tenor de las intenciones que muestran a la
hora de votar. A veces, quienes son de un signo político
distinto al ganador, algunos de quienes aspiran a
representar a sus conciudadanos y no consiguen entre ellos
el eco y el apoyo que esperan tienden a pensar que el pueblo
se equivoca, que está equivocado, que le falta criterio o es
fácil de engañar. Tampoco parece resultarles cómodos a
algunos el avenirse a una mayoría absoluta, a la que a veces
se tilda de “rodillo”, como si esa mayoría no representara
la voluntad popular.
Tras diez años de gobierno, el electorado ceutí parece
dispuesto a seguir apoyando al presidente Vivas y su gestión
al frente del Ejecutivo, lo que resulta muy meritorio
teniendo en cuenta la existencia de eso que llaman “el
desgaste del poder”. En su caso, la forma en que ha
solventado incluso las crisis parece contar a su favor.
Ahora queda que el pueblo soberano se exprese en las urnas.
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