Larga y complicada, como cada año
por estas fechas, resultó la operación retorno, tras el día
de Año Nuevo, desde aquellos lugares a los que se habían
desplazado miles y miles de personas, muchas de ellas, desde
antes de la Noche Buena.
Es ésta, juntamente con la del Domingo de Resurrección, la
vuelta a casa con más circulación, de todos los grandes
movimientos, a lo largo del año.
En esta ocasión, que no hubo mal tiempo del todo, aunque
algunos días llovía y con fuerza, prefiero no hablar de
fallecidos, ni de accidentes, a pesar de que hayan llegado
unas cifras, que nunca son agradables para nadie, y que no
sé si sirven para algo más que para meter miedo,
especialmente, cuando se anuncian en los paneles de las
autopistas, el número de accidentes y de fallecidos en las
mismas fechas del año anterior.
Lo que sí es cierto es que este país, a pesar de sus muchas
deficiencias, en otros terrenos, admite una cantidad de
movimientos que parece imposible que se puedan llevar a
cabo, en ciertos días.
Es cierto, también, que en situaciones como la del pasado
domingo, los atascos kilométricos, en las inmediaciones de
grandes ciudades, como es el caso de Madrid, Barcelona,
Sevilla o Valencia, por poner varios ejemplos, son ya algo
que parece imposible eliminar, salvo con la buena
iniciativa, por parte de los que quieren regresar de una
manera escalonada, con lo que se atenúa, aunque no se
elimina del todo esa situación.
Y ahora, todavía, queda un último paso del regreso a casa,
en estas vacaciones de las fiestas navideñas, ello será tras
el día de Reyes, con lo que se cierra el final del 2010 y
los primeros compases del año 2011.
Es el cierre de un círculo, para abrir el siguiente y el
comienzo de otro año con una misma rutina, casi en las
mismas fechas, salvo en lo que se refiere a la Semana Santa
que, en esta ocasión, será un par de semanas más tarde.
Días pasados, a unos 200 kilómetros de Madrid, oía decir a
un señor, que se había desplazado desde la Capital del
España hasta uno de esos lugares de la sierra que tanto
atraen en esta época:”No sé para qué tantos preparativos, si
como todos los años, luego, uno tiene que estar con la
preocupación de los atascos para volver a Madrid”.
En algo tenía razón, porque eso es cierto, y es algo que se
repite y se piensa cada año, cuando se van terminando los
días de “mini vacaciones” y hay que volver a la forma de
vivir diaria.
Pero, también, es cierto que no romper esa monotonía del
siempre igual, que se lleva en el lugar habitual, sería casi
insoportable y eso, donde mejor se aprecia es en un lugar
como Ceuta, de donde los fines de semana, y no digamos las
vacaciones, por cortas que sean, emigran cientos y cientos
de personas, a pesar de la incomodidad del barco, con buen
tiempo y sobre todo con malo.
Ahora ya, lo que va quedando es, día de Reyes, regalos,
final de tantas fiestas seguidas y nuevamente hay que volver
al tajo que hemos dejado, a medias, en nuestras
correspondientes ocupaciones.
Uno, puesto a elegir, a pesar de lo incómodo que resulta,
especialmente al volver, hacer el equipaje, volvería a
elegir el viaje que hizo. Volvería a salir, aunque la
operación retorno resulte desagradable, pero más
desagradable hubiera sido quedarse en casa, también, estos
días.
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