Las relaciones humanas son un
permanente desencuentro. El desencuentro entre el editor de
este periódico y yo es a veces motivo de discusiones que nos
ponen al borde de romper esa confianza que debe existir
entre editor y colaborador. Los dos sabemos que nos tenemos
que conllevar, aunque en el intento haya momentos donde
nuestras controversias nos pongan al borde del disparadero.
Así que no tuve el menor problema en decirle a José
Antonio Muñoz, en su día, que sus deseos de volver a ser
presidente de la Asociación Deportiva Ceuta eran
contraproducentes para la buena marcha de este periódico.
Mis consejos fueron, en principio, tan mal entendidos como
usados contra mí por sus aduladores. Los que suelen tener
las personas capaces de conseguir éxitos. Y Muñoz, sin duda
alguna, es un triunfador en muchos aspectos. Y, desde luego,
un empresario que no se amilana ni siquiera en momentos
donde hasta el más arriesgado se encoge.
Verdad es que Muñoz juega con ventaja cada vez que quiere
ser presidente del primer equipo local. Y la razón es bien
sencilla: llega con su dinero por delante para que la cosa
funcione. Todavía me acuerdo de cuando puso la pasta para
que el ceutí, siendo presidente Felipe Escane, no
descendiera y esta tierra se quedara sin fútbol.
Amén de conseguir que una mayoría de socios y abonados
avalasen su candidatura a la presidencia, tiene puestos de
su bolsillo más de cuatrocientos mil euros. Y ha sido capaz,
de prisa y corriendo, de formar una plantilla que, tras
eliminar a tres rivales, pudiera enfrentarse al FC Barcelona
en la Copa del Rey.
La ADC ocupa el cuarto lugar en la clasificación. O sea, que
está situada en puesto que le permite jugar la promoción de
ascenso. Y, sin embargo, a quien escribe sigue sin hacerle
tilín el juego del equipo y, por lo tanto, no tengo el menor
inconveniente en airearlo en las páginas de este periódico.
Por más que sepa que mis opiniones no serán bien aceptadas
por los profesionales de la cosa.
En realidad, cuando yo opino de fútbol sé de lo que estoy
hablando. Me avalan casi cuarenta años como profesional de
un deporte al que, durante tanto tiempo, me entregué en
cuerpo y alma. Y, por muy malo que fuera, siempre sería
mejor que cualquier aficionado de chicha y nabo. Lo que digo
es una sentencia de cajón.
José Antonio Muñoz está en un momento de su vida que genera
envidias. Pero que también va ganando adeptos sin cesar. Lo
cual le ha convertido en un personaje que no deja de
suscitar mucho interés en una ciudad pequeña pero con
problemas de urbe grande.
Muchos son, pues, los que envidian al editor de este
periódico y presidente de la ADC. Aunque no todos son
capaces de dar la cara. De modo que sería injusto no
destacar a quien lleva ya varios días arremetiendo desde el
periódico añejo contra el presidente del primer equipo
local. Se llama F. Javier López García de Vinuesa. Y
me alegra muchísimo que esta persona haya sido capaz de
superar miedos pasados, por razones que no vienen al caso
recordar, para poder afrontar la tarea que se ha propuesto:
desprestigiar a José Antonio Muñoz. Y decirnos que lo mejor
hubiera sido que los socios y abonados les hubieran votado a
él y a Manuel Luque. Los siquiatras de esta ciudad
tienen trabajo.
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