A Cristóbal Soria, José María
del Nido, presidente del Sevilla, le permite que juegue
a desestabilizar a los componentes del banquillo contrario,
cuando a él le venga a bien y crea conveniente. Las andanzas
de Soria en el banquillo son tan conocidas que ya carecen de
interés. Tanto, como para evitar enumerarlas.
Cristóbal Soria llegó al Bernabeú dispuesto a provocar a los
componentes del banquillo local. Y lo hizo mofándose con
gestos referentes a los cinco goles encajados por los
madridistas en el Nou Camp. A partir de ahí, el delegado del
Sevilla fue convirtiéndose en protagonista. Lo cual dio como
resultado un desencuentro con Silvinio Louro,
entrenador de porteros. E hizo posible que rodara por los
suelos un empleado del club, tan respetado como querido,
Agustín Herrerín.
De semejante mal lance se habló lo justo, pero nadie se
atrevió a decir que bien haría el Madrid en prepararse para
soportar los malos tratos que le esperaban cuando le tocase
visitar el Sánchez Pizjuán. Pues en el Sevilla saben que tal
conducta antideportiva y fomentadora de violencia está
penada actualmente con el rigor que semejante declaración
merece.
El entrenador del San Roque de Lepe, Sergio Lobera,
nada más finalizar el partido en el Alfonso Murube, no dudó
en recordar que el último partido del campeonato había de
jugarlo la ADC en el pueblo de las fresas y que entonces…
Bueno, que los ceutíes iban a recibir su merecido. Lo cual
no deja de ser una invitación a la violencia.
Eso sí, los onubenses han mostrado una parcialidad
apabullante en su denuncia de los hechos ocurridos en los
vestuarios del Murube. Yo entiendo que estuviesen alterados
e incluso coléricos con la actuación arbitral, por alguna
que otra decisión tomada por Ángel Álvarez Pinardo,
toledano él. Pero nunca para perder los papeles de la forma
que lo hicieron los expedicionarios leperos.
Mas el problema no está en lo que digan los de Lepe. Ni
tampoco en lo que refleja la prensa onubense en lo tocante a
lo acontecido el domingo pasado en el Alfonso Murube. Puesto
que llegado su momento, es decir, el día en el cual el
equipo ceutí deba jugar en San Roque, seguramente habrá un
árbitro avisado de las amenazas y tratará de evitar que el
partido se convierta en una batalla campal. Pues la
experiencia me permite adelantar que en situaciones de este
tipo nunca sucede nada. Sino todo lo contrario. O sea, que
casi siempre el partido temido se juega de manera correcta y
la mayoría de las veces acaba ganando el mejor equipo. En
este caso, lo sería la ADC.
No obstante, he notado de qué manera la quinta columna
existente en Ceuta, ha aprovechado la ocasión para arremeter
contra los componentes del banquillo ceutí. Y se ha
despachado a gusto con varios empleados del club. Sin caer
en la cuenta de que en el banquillo del San Roque había
también personas muy parecidas, salvando las distancias, al
delegado del Sevilla, Cristóbal Soria; provocador nato y con
recursos suficientes para sacar de sus casillas a la persona
más templada. Y los quintacolumnistas no han desaprovechado
la ocasión para arremeter contra el presidente de un club
que ha logrado enfrentarse al FC Barcelona en la Copa del
Rey y que está situado en puesto de premio. Cuanto antes,
créanme, le responderé a uno de esos tontos con balcón a la
calle, que escribe estupideces -a cada paso- en periódico
añejo.
|