No se terminó el año 2010 con la
mejor de las noticias, especialmente, para la Guardia Civil,
que de ordinario cumple y muy bien sus cometidos, en todas
las facetas que se le encomiendan.
Sin ir más lejos, hace dos noches, noche de Fin de Año, la
inmensa mayoría de los habitantes de cualquiera de los
pueblos o de las ciudades, trataban de pasarlo bien,
despedían el año, como se viene haciendo, desde tiempo
inmemorial.
Pocos coches había circulando por los alrededores de los
núcleos urbanos, el personal estaba a lo que estaba, una
copita de más, otra para no quedar mal con el vecino y así a
lo largo de toda la noche, de casa en casa, de casa a la
discoteca, de la discoteca al pub..., y sin embargo, en las
inmediaciones de mi pueblo, pongamos por caso, varios
vehículos con ese distintivo inconfundible reflectante de
color azul, la Guardia Civil, vigilando y controlando la
situación para que el orden no falle.
¿No es de agradecer eso?¿No les tenemos que tener, cuando
menos, un aprecio especial, por lo que vienen haciendo a
diario?.
Y eso, en un lugar en el que no suelen encontrarse con
problemas más serios, pero para que esos problemas no
lleguen, ahí está la Guardia Civil, controla y previene a
favor de nuestra seguridad.
Y esto, se me ocurre, es lo fácil. A servicios de este tipo
se apuntaría cualquiera, pero cuando llegan mal dadas,
cuando hay que entrar en problemas de envergadura,
arriesgando su vida, en cada paso que están dando, ahí está,
también, la Guardia Civil, y no hace falta recordarlo, en
los últimos 30 años ha habido muchos padres de guardias
civiles que se han quedado sin hijos, mucho hijos de
guardias civiles, que se han quedado sin padres, y muchas
esposas de guardias civiles que se han quedado viudas.
Al haber visto, a lo largo de muchos años, las
manifestaciones de duelo, por la muerte de más de un guardia
civil, en acto de servicio, habíamos llegado a creer que
eran manifestaciones sinceras, valorando lo que estos
protectores del orden habían llevado a cabo.
Sin embargo, más de uno hemos rechinado los dientes, días
pasados, al ver como hay varios guardias civiles que pueden
ingresar en prisión, con tres o cuatro años, por “maltratos,
vejaciones ...” y no sé cuantas cosas más, en la detención
de una serie de individuos “presuntamente” miembros de ETA y
que “presuntamente” habían sido los autores del atentado de
la T-4, hace ahora 4 años.
En esta acción, de detención de quienes no estaban actuando,
cívicamente, con corrección, habían vuelto a jugarse su
propia piel los guardias civiles en cuestión. Ahí no estaban
reduciendo a un simple “robaperas”, ahí había algo más
profundo y la fuerza, si es que se utilizó, nunca debería
verse como uso de la fuerza, por la fuerza, sino el sentido
común y el cumplimiento del deber para “frenar” a quienes no
habían hecho un bien conocido.
Ahora es el guardia civil, los guardias civiles, los que
pagan una deuda que ellos no cometieron, y lo único que me
falta ver es que haya alguna organización, tras la condena
de los guardias civiles, que pida una medalla para los
“presuntos autores” de este o similares atentados. Así
llevaremos a los altares a ciertos personajes de nuestro
país. Maltrato físico, psíquico..., algo así como si ellos,
los “presuntos” de ETA, hubieran ido repartiendo peladillas,
o mazapanes, por ser la época que es.
Me da vergüenza que esto suceda en el país en el que pago
mis impuestos.
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