LUNES. 27
Hacía un montón de meses que no veía a Mohammer Alí Amar, ‘Nayim’.
Vamos, desde principios del verano pasado. Días antes de
incorporarse al Real Zaragoza como segundo entrenador a las
órdenes de José Aurelio Gay. Lo hallo en la sala de estar
del Hotel Parador “La Muralla” y, tras los saludos de rigor,
me dice que se está tomando la vida con calma, después de lo
ocurrido en Zaragoza. Y que está dispuesto, como no podía
ser menos en cualquier profesional, a escuchar atentamente
las ofertas que le hagan. Lo que se me olvidó preguntarle a Nayim, siempre tan educado y amable, es si sigue
perteneciendo al equipo técnico de su amigo Gay. En fin, que
Nayim, tan querido y admirado en la capital aragonesa, no ha
podido cumplir su sueño: permanecer muchas temporadas en un
club donde el ceutí hizo historia cual jugador.
MARTES. 28
Veo venir de lejos a la hora de mediodía, por el centro de
la ciudad, a Francisco Antonio González, quien fuera
diputado en el Congreso durante diecisiete años y ahora es
comisario de la “Fundación Ceuta Crisol de Culturas 2015.
Título rimbombante para un cargo en el cual permanecerá seis
años como mínimo. Una bicoca, vamos. Observo que me ha visto
y que ha tomado todas las precauciones posibles para no
saludarme. Su maniobra tiene más de persona cateta que de
alguien que ha nacido en los madriles y que se ha pegado
casi tres décadas como parlamentario en el edificio sito en
la carrera de San Jerónimo. Pero, en vista de que Ceuta es
pequeña y marinera, según nos recuerda nuestro alcalde a
cada paso, vuelvo a tropezarme con González, también
conocido por el sobrenombre de Pacoantonio. Y llamo su
atención: “Oye, Paco, ¿sigues todavía molesto por haber
aireado yo la mucha amistad que te une con Francisco
Márquez? Y Pacoantonio me responde sin dejar de andar: Pues
sí: Francisco Márquez es mi gran amigo. Y allá que siguió
marchando el comisario de la “Fundación Ceuta Crisol de
Culturas 2015, con su acostumbrada marcialidad, el gesto
hosco y firme el ademán, mirada al frente y fe ciega en la
victoria.
MIÉRCOLES. 29
Me tropiezo con José Luis Cordero, a quien también llevaba
la tira de tiempo sin ver. Y, claro, mantuvimos media hora
de cháchara. Lo normal. Aunque debo reconocer que en otras
ocasiones hemos hablado mucho más tiempo de cuestiones
intrascendentes. Sobre todo, de hechos vividos cuando ambos
teníamos veintitantos años menos y raro era el día en el
cual no compartíamos tertulia, aperitivo y noctambulismo. Mi
afecto por José Luis y su familia es sincero. Y mi alegría
es grande cada vez que compruebo que ha vuelto a recuperar
en gran medida el sosiego perdido durante años. Por motivos
que a todos, de una manera o de otra, nos agobian en
ocasiones y cuando menos los esperamos. Con José Luis he
vivido momentos estupendos y nos hemos reído lo indecible. Y
asimismo, conviene decirlo, ha habido etapas en las que
nuestros desacuerdos estuvieron a punto de echar por tierra
la simpatía que nos profesamos.
JUEVES. 30
El miércoles había conocidos esperándome para compartir
aperitivo y comida. Pero decidí quedarme en casa. Pensé,
como otras veces, en que a tales conocidos era conveniente
dejarles sin mi presencia para que pudieran criticarme a
gusto. Analizar todos mis defectos. En fin: zurrarme la
badana de lo lindo o ponerme como chupa de dómine. Y es que
hay conocidos a quienes, por estimarlos, les ofrezco la
oportunidad, de cuando en cuando, de que puedan juntarme
chinita con los pies. Por más que, cuando están de frente,
me hagan la jarrita de plata. Traduzco ambas expresiones
andaluzas: La primera es traicionar. La segunda adular por
sistema cuando quieren algo. Hoy, por tanto, he salido y he
compartido mesa con Pepe Ávila, director del Hotel Tryp, con
su hermana, Mercedes y con el marido de ella, José María.
Hemos hablado de todo. Y también de la educación familiar en
la casa y en el colegio. Y José María, cuando tocó opinar de
fútbol, resulta que se acordó de cuando la Agrupación
Deportiva Ceuta perdió en Carranza, por nueve a uno, frente
al Cádiz, en la Copa del Rey. ¡Vaya memoria la del marido de
Mercedes y cuñado de Pepe Ávila!
VIERNES. 31
Ayer estuve en El Mentidero, establecimiento que suelo
visitar dos o tres veces a la semana. Y Jesús, el
propietario, me recordó que mi presencia en el local está
acompañada casi siempre de buen bajío. Puesto que viene
observando que, cuando pongo los pies en su casa, en nada y
menos se le llena ésta y asimismo el espacio exterior. Ni
que decir tiene que las palabras de Jesús me sentaron la mar
de bien. Pues ser portador de suerte para otros es motivo de
tanta satisfacción como de tristeza debe de ser cuando se es
tachado de aguafiestas, mala sombra, cenizo, o manzanillo.
Lo de ser manzanillo es para echarse a llorar. Ya que se
llama así al gafe. A la persona que trae mala suerte su
compañía o su presencia. No es la primera vez que uno oye
decir lo siguiente: “No invites a Fulano a la excursión, que
ése es manzanillo, y como venga, seguro que llueve o pasa
algo que nos lo estropea”. Yo, como he sido siempre algo
supersticioso, he cuidado mucho no juntarme con gafes.
Aunque, con el paso de los años, me he descuidado en tal
aspecto. Y me he dado cuenta de que comparto, en bastantes
ocasiones, tiempo con algún manzanillo. Peligroso gafe. Y
si, además, éste goza también de la condición de chivato,
así me va últimamente. Tendré que tomar medidas.
SÁBADO. 1
Víctor Corcoba Herrero, articulista de este periódico, nos
pintaba ayer un cuadro negro de una situación económica que
terminará siendo objeto de mucho odio, pero mucho, contra
los políticos. Y sobre todo, claro es, contra los políticos
corruptos. Y no exagera. Ya que la pérdida de la clase media
es el mejor indicativo de que las desigualdades entre pobres
y ricos son cada vez mayores. Cualquiera que haya leído
‘Historia de las ideas políticas’ se habrá encontrado con la
importancia que la clase media ha tenido desde que a los
griegos les dio por hablar de democracia. Una clase que
servía de intermediaria entre los ricos, llevados por el
egoísmo y la ambición, y los no propietarios, carga y
amenaza para el Estado. Pues bien, al paso que vamos, y ante
el desastre económico que se está produciendo, habrá cada
vez más pobres que se verán obligados a depender de la
caridad de la Iglesia. Aumentará la fe entre los necesitados
y, en cualquier momento, habrá políticos que se vean
obligados a coger las de Villadiego. Nos esperan unos años
donde más que apretarse el cinturón tendremos que rezar para
no terminar haciendo cola, desgraciadamente, ante la puerta
de cualquier local de Cáritas Diocesanas. Bendito sea Dios.
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