Los cortados de Aguadú sufrieron ayer un desprendimiento de
rocas que se llevó por delante un tramo de 20 metros de
valla fronteriza. Afortunadamente no hubo que lamentar daños
personales, a pesar de que en esa zona hay siempre un
guardia civil durante las 24 horas del día para vigilar que
no se produzca una entrada de inmigrantes por este punto. La
ausencia de víctimas fue posible porque, casualmente, el
agente encargado de cubrir la zona había salido un momento
para desayunar en el momento del suceso, que tuvo lugar en
torno a las 9,00 horas de la mañana.
En declaraciones a MELILLA HOY, la Delegación del Gobierno
informó de que en concreto se había producido un
“desprendimiento natural de rocas” en la zona de Aguadú
lindante a la valla fronteriza que protege el Dique Norte
contra la entrada irregular de inmigrantes. En concreto,
este punto se encuentra a espaldas de la planta
desalinizadora, y el paso de personas está restringido por
riesgo de desprendimiento, tal y como informa un cartel
ubicado en el camino de acceso.
Precisamente por esta razón, la Asociación Unificada de la
Guardia Civil (AUGC) insistió ayer en la denuncia que lleva
tiempo haciendo sobre esta cuestión. “¿Por qué si el acceso
está restringido por peligro de desprendimiento obligan a
que haya un guardia justo en ese sitio?”, se preguntó la
Ejecutiva de la AUGC, que consideró incoherente esta orden
de la Comandancia cuando desde la garita que hay en la
carretera de acceso a Aguadú “se divisa perfectamente toda
la zona sin necesidad de correr riesgos para la integridad”
de los agentes.
“Estamos expuestos. Es excesivo que jueguen con nuestra
vida. Ya es demasiado”, denunció la AUGC, que destacó sobre
todo lo “innecesario” que es que los guardias corran ese
peligro cuando el servicio que prestan a los pies del
acantilado “no es para evitar un mal mayor o salvar una
vida, sino para recoger a los inmigrantes que llegan en
patera y hacer de taxistas hasta el CETI, que es una
infracción administrativa”.
La AUGC recordó que hace justo una semana murió un guardia
civil en una avalancha en Las Palmas, y su denuncia
reiterada sobre el caso de Melilla va encaminada
precisamente a que esa desgracia no se repita en nuestra
ciudad.
Asimismo, esta organización de guardias civiles se mostró
“muy molesta” con la Comandancia y la Delegación del
Gobierno por lo que supone, dijo, un incumplimiento de la
prevención de riesgos laborales. No en vano, subrayó que a
los 20 minutos de haberse producido el desprendimiento, se
ordenó que un guardia vigilara en la misma zona, aunque a 50
metros de distancia.
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