La noria rueda que rueda, la vida
sigue que sigue... Cuando el pasado miércoles veía a los
progenitores salir de los diferentes centros escolares de
Ceuta, siempre Ciudad Querida, leyendo atentamente unos
papeles, me apeteció preguntar a más de uno no ya por los
resultados escolares de sus vástagos sino que, en función de
éstos, cuáles iban a ser las medidas a tomar en caso de
“calabazas”: desde “ajustar” los regalos tradicionales por
estas fechas, a poner en marcha diferentes planes de
recuperación o sea un poco de “codos”, tutorados o no.
Porque el índice de fracaso escolar en Ceuta es el mayor de
toda España, sobre el 52%, habiendo crecido más de cuatro
puntos en los últimos años, mientras que en Melilla (37,5%)
se mantiene ligeramente por encima de la media nacional
(30,8%). Estos son las estadísticas, interpretables desde
luego porque si no no dejan de ser un alucinógeno de masas:
así, el fracaso escolar en nuestra ciudad se concentra de
forma abrumadora en el alumnado musulmán en el que, la
lengua materna (el “dariya” o árabe popular marroquí), se
presenta como un importante escollo diferencial.
Entre los diferentes actores implicados hay uno que, para
mí, no acaba de dársele la suficiente importancia y no es
otro que el del papel de los progenitores en la educación,
global primero, de sus hijos y por ende de la actitud de los
mismos cara a los estudios. Y derivado de ello el papel de
las asociaciones de madres y padres de alumnos, agrupadasdas
en Ceuta en la FAMPA.
En palabras del presidente de la actual junta directiva (y
vice presidente de la anterior), Mustafa Mohamed, la
situación educativa ceutí es “insoportable”. Coincidimos con
ello. E insistimos en el papel vertebrador de los
progenitores. Por ello llama la atención a numerosas madres
y padres de alumnos de esta ciudad que, a fecha de fin de
este trimestre, la FAMPA que preside el señor Mustafa
Mohamed haya incumplido sus estatutos al no convocar la
preceptiva asamblea general perfectamente prevista en los
mismos. Naturalmente esto no es un delito pero representa,
cuando menos, una sonora irregularidad. Tal y como está la
educación en Ceuta, enfrentada a todo un cúmulo de retos, lo
menos que puede hacer la FAMPA es cumplir sus obligaciones
estatutarias y despejar numerosos interrogantes, que cada
vez más progenitores y varias de las AMPA de muchos centros
se están haciendo sobre el funcionamiento de esta entidad:
la Federación de Madres y Padres de Alumnos de Ceuta (FAMPA).
Luz y taquígrafos. Y al tajo que hay trabajo. Digo.
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