Le decimos adiós a las navidades y
nos disponemos a despedir el año viejo para darle paso al
año nuevo, con el expreso deseo de que sea mejor que el año
de gracia que dejamos atrás, porque este año de gracia 2010
ha sido una jartá de gracioso.
Tan gracioso ha sido que hasta nos ha hecho llorar y no,
precisamente, de risa, sino por todos esos millones de
parados y hogares que han tenido las navidades más amargas
de sus vidas, al carecer de algo que llevarse a la boca
conseguidos por sus propios méritos con el esfuerzo de sus
trabajo, y no gracias a Caritas y a la otra organización
religiosa, que entre la dos han solucionado el problema de
cerca de dos millones de hogares.
La ventaja que tiene esta crisis que estamos padeciendo, si
es qué tiene alguna ventaja, es la unión de nuevo de los
clanes familiares. Familias que se han vuelto a reunir ante
la necesidad imperiosa de tener que contar con algo que
alivie su maltrecha economía, y nada mejor para ello que la
casa paterna donde se ha tenido que volver para repartir,
entre todos, lo poco que se pueda obtener con la escasa
pensión de los viejos-
Las familia de aquellos que huyeron del campo a la ciudad,
esperando encontrar un mejor nivel de vida, también han
iniciado la vuelta hacia el pueblo que les vio nacer para
trabajar en la pequeña parcela que tienen los viejos para
sacar el sustento necesario con el que da de comer a los
suyos.
Quienes tuvieron como misión, si es qué algunos tuvieron esa
misión, de disolver a la familia se les ha vuelto con el
efecto de un boomerang destrozándole esa estrategia debido a
la crisis que estamos padeciendo.
Pasa igual que con la campaña llevada a cabo contra la
iglesia católica que, por supuesto, tendrá todos los
defectos del mundo, pero que a la hora de la verdad, cuando
aparecen las necesidades, está presente dándoles de comer a
cientos de miles de criaturas y, hoy día, no precisamente a
los pobres de solemnidad, sino a muchas miles de criaturas
que se han quedado sin trabajo, gentes normales que han
tenido que recurrir a las ordenes religiosas, como es
Caritas, para conseguir algo de comida.
Qué está pasando con ello, pues sencillamente que la familia
acuciada por la necesidad se está uniendo más que nunca, y
la iglesias, con todo esos defectos que le sacan día si y
día no y el de en medio también gracias a su generosidad sin
distinción de credos o razas, prestando esa ayuda necesaria
a todo el que no tiene para comer, cada día se está
volviendo más fuerte, pues nada va a impedir el apoyo que
tiene de todos esos estómagos agradecidos, que reciben para
él y los suyos lo necesario para evitar que pasen hambre,
además sin pedirles nada a cambio.
Por supuesto que ni he sido ni soy un meapilas ni un
capillita de esos que están todo el día en la iglesia, pero
la verdad nada más que tiene un camino. Y esa verdad, la de
la generosidad de la iglesia, ayudando a los que menos
tienen está, cada día, más que demostrada.
Familia e iglesia dos entidades atacadas vuelven, de nuevo,
a unirse para formar dos pilares indestructibles. ¿O no?
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