Pasó la Navidad de los católicos,
cristianos en general, con la misma pinta que de años
anteriores: disfrazada de Papa Noel en su papel como hombre
anuncio.
Los comercios hicieron su agosto en pleno diciembre y los
ciudadanos/as quedaron más pobres que antes.
Sin embargo, pese a mi posición sobre los temas religiosos
obsoletos (he de ratificar mi afirmación de que la Natividad
no existió jamás el 25 de diciembre, salvo en la mente de
ciertos clérigos de antaño, por cuanto al niño sobre el que
gira ese día nació realmente en marzo), he seguido la
corriente, como cada año, y he organizado la cena de
Nochebuena y la comida de Navidad para toda mi familia. Más
como intenciones de encontrarnos, al menos una vez al año, y
ver lo contentos y felices que se ponen nuestros niños.
Obvio es que en esos navideños ágapes suele soltarse algún
que otro discurso, amén de enviar felicitaciones a todos los
conocidos, en el que glosar las virtudes de esos días y los
deseos, algunos envenenados, de felicidad y prosperidad.
De todos los discursos leídos, oídos y analizados… me quedo
con el de nuestro rey.
Realmente, para mí, ese discurso no sirve absolutamente para
nada mientras subsista el tabú que normalmente corrompe la
democracia.
El discurso del rey es más significativo, o debería serlo,
si tuviera el brillo de la sinceridad y hubiera explicado
que es un discurso dirigido más a los poderosos y a los
ricos que al pueblo español.
Con algo ha de vivir el rey y su familia ¿no? Tiene su
fuerza a través de los grandes grupos inversionistas, en
línea con todos sus antepasados.
Un discurso a un país donde sus dirigentes permiten que las
instituciones bancarias se hagan con el auténtico poder,
privando a los ciudadanos de toda posesión a través de la
inflación seguida por la recesión hasta que sus hijos se
despierten sin casa ni techo… no es expresamente ideológico
de un Estado de Bienestar.
Ya sabemos que la banca representa a los señores feudales
que rinde el mínimo tributo a su rey.
Alguna frase podría haber soltado el monarca, aunque no
sirviera para nada en absoluto, haciendo referencia a la
crisis que afecta a los ciudadanos cuando se les rebaja el
sueldo, se les congelan las pensiones y se les retiran
ayudas significativas ofreciéndoles en cambio subidas
espectaculares de los combustibles, de la electricidad, de
los alimentos básicos, etc. con el fin de que el IPC se vea
aumentado espectacularmente y así seguir subiendo los
precios pero no los sueldos.
Pero el problema no es, realmente, ese. El auténtico
problema es el de estar sometidos a los designios de la
todopoderosa banda que domina la UE y que es la que tiene la
sartén por el mango.
Colocar a España al mismo nivel que los países, a los que
pertenece esa banda, significa destruir cientos de miles de
vidas humanas, al menos en el aspecto económico, por cuanto
si un alemán cobra 3.000 euros al mes y un español 1.000…
con precios a ese nivel ya me contarán.
El rey debería hacer honor a su rango y, por estas fechas,
regalar el 50% de su nómina anual a los más necesitados de
sus súbditos… así sería un auténtico rey mago.
Pero no, se siguen la pautas sociales de la era
mariantonietana. En el Bilderberg saben rato de estas cosas.
Posicionarse al lado de los poderosos no es noticia. Lo
sería si se posicionara al lado de los pobres.
En fin, no me vendría mal volver sobre mi antigua rutina…
codearme con los ricos. Al menos tendré el sustento diario
asegurado a través de los ágapes y fiestecillas que suelen
ofrecer.
Bueno, sigo siendo bobo pero ahí va: felices fiestas para
todos, sin excepción.
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