Es la expresión que más veces
estamos oyendo a lo largo de los dos últimos días, aunque
muchas veces es un simple formulismo vacío de significado y
que no se siente fuera de eso.
Yo sí quisiera desear, pero de verdad, una feliz Navidad a
todos los que, por un motivo o por otro, día tras día,
tienen contacto conmigo, sean de la religión que sean y
comprendan o no lo que esta expresión significa.
Para mí, sí tiene un significado y un significado profundo
esta expresión, algo que vengo sintiendo, desde que era un
niño, desde aquellos años en los que la posguerra había
dejado unos recursos económicos escasos para muchas
familias, pero que, incluso así, había algo muy superior a
esos recursos, algo alojado en el fondo del corazón,
En mi cultura, al menos, la Navidad no es una fiesta
postiza, no es algo que se ha puesto ahí, o que ha entrado
de rondón, sin más.
La Navidad yo la he entendido siempre como el inicio de un
camino nuevo, de una forma de vivir contigo y con los demás,
echando fuera de ti el rencor, el odio, la envidia y todos
aquellos defectos humanos que se muestran a cada instante.
Si Cristo nació y, circunstancialmente, en un lugar ajeno a
donde, de ordinario, vivían sus padres, no fue para pasar
por la vida como uno más, y ni lo fue, ni los que hemos
conocido, en el seno de una sociedad cristiana, no podemos
ignorar que el sentido de su nacimiento, vida y muerte,
llegada por el rencor y la envidia de los que creían ser los
verdaderos guías de la religión, el sentido de toda su
trayectoria en este mundo está en saber diferenciar lo que
es la sencillez, la humanidad y la entrega a los demás, de
lo que era entonces y sigue siendo hoy, un ansia de poder,
de dominio y de lograr las riquezas, cuantas más mejor, por
el camino que sea.
Quienes vivimos en Ceuta, sabemos muy bien alternar con
otras religiones y aquellos, sean de la religión que sean,
que piensan que la verdad absoluta está sólo en ellos, no
serán capaces de comprender el sentido del mundo y mucho
menos lo que significa:”Feliz Navidad”.
Feliz Navidad es entregarse a los otros, no es desatender al
enfermo o a la enferma que, una vez dentro del quirófano,
por las razones que sean, se le hace salir de él y no se le
interviene, como estaba programado.
No sé si quienes llegan a situaciones de ese tipo sabrán muy
bien hasta donde llega eso de:”Feliz Navidad”, pero lo que
sí sé es que cuando hay alguien que actúa así y hoy
pronuncia esta hermosa expresión, se está engañando a sí
mismo, está engañando a los demás y está convertido en uno
de tantos “actores” que aparecen con una doble imagen, la
que muestran a los otros y la que no son capaces, ni
siquiera, de mostrarse a sí mismos.
Cuando hace muy pocos días, yo viajaba al volante de mi
propio vehículo y oía en Onda Cero, el auténtico drama que
le había surgido a la madre de una joven, de aquí de Ceuta y
aquí en Ceuta, cuando estaba ya preparada para ser
intervenida, y a la que se la había sacado del quirófano
“por falta de un cirujano”, no pude evitar ese rechinar de
los dientes, al tiempo que pensaba que esa imagen de
grandeza que, también aquí, se da a diario y muy
especialmente al hablar del Hospital Universitario, no es
más que un juego, muy corto, de palabras huecas, vacías de
significado, para enmascarar acciones poco ortodoxas, que se
utilizan más como propaganda que como algo realmente útil.
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