Siendo testigo directo de los
estragos que está ocasionando la crisis en Andalucía, vale,
en todas partes, porque España entera parece Mérida de
tantas ruinas que tiene, pero sigo, viviendo la crisis no
puedo decir que haya sentido en estas fechas entrañables una
felicidad inmensa. Demasiadas tragedias humanas.
Pero luego, un pequeño detalle, es capaz de llevar a la risa
y disipar los nubarrones del levante. Pequeño pero
impactante. En concreto una frase oída en un telediario
“Habitáculo de paz y solidaridad”. Me pareció tan
extremadamente cursi que agucé de inmediato la oreja
periodística “A ver, a ver de que habitáculo habla este
tío”. Mi mente, nutrida por la fosfatildiserina (se la
recomiendo vivamente) hizo un rápido cálculo, el tipo podía
ser de tendencia zen, o un lama encubierto ensalzando las
virtudes de la vida contemplativa en un lamasterio del Tibet,
o un budista fans de Siddharta que elogiara la meditación
terapeutica en un lugar relajado y ante un altarcito, o tal
vez fuera por la vena cristiana y glosara la quietud mística
con ramalazos esotéricos de una misa gregoriana en el
corazón de piedra de la catedral de Jaca. Buen habitáculo,
lo digo en primera persona.
De paz espiritual y hasta de solidaridad. Porque apuesto
cualquier cosa a que si se cae un jubilado en la nave del
templo por resbalar con la cera de las velas, los fieles
acuden a levantarle y llaman al 092. Pensé todo esto al
barullo y sin orden ni concierto, en plan anarco-mental y de
inmediato deduje “Este que habla es un místico, miren que
curioso…”. Y me dispuse a escuchar algo que apaciguara mi
sensibilidad, algo en relación al “habitáculo de paz y
solidaridad”. Pero ¡No vean el chasco! Se ve que mi karma es
acumular frustraciones, porque el místico resultó no ser ni
un lama, ni un yogui, ni un cura, ni un triste gurú, al
revés, el sabiondo era ¡un fiscal de seguridad vial! Y al
habitáculo de los huevos al que se refería no era una
catedral románica sino el interior del coche de cada uno de
ustedes y de todos los españoles en conjunto, a lo largo de
las diecisiete autonomías patrias. ¿A que alucinan?.
Y toda la frase de marras para justificar que ahora, por el
afán de rapiña de los de arriba, quieren quitarle
directamente el coche al infractor de tráfico, sin juicio
previo, sin acusación ni defensa, con menos garantías que el
juicio de una puta en Teheran. Cometen ustedes una
infracción grave y le quitan el coche a pie de carretera, se
tienen que ir andando a su casa y encima deben seguir
pagando las letras del coche confiscado. ¿A que resulta
absolutamente rocambolesco?. Vale, garantías ninguna, pero
el tema parece rápido, por esa regla de tres si se pilla a
un nota atracando un banco, sin más tiquismiquis, se alargan
los policías a casa del ladrón, y arramplan con las
pertenencias y también con el coche del cómplice. Aunque el
que espera a la puerta de la Caja de Ahorros a que su colega
dé el palo, tenga un vehículo cuyo interior cumple los
requisitos de ser un “habitáculo de paz y de solidaridad”.
Solidaridad garantizada ya que espera al amigo para salir
pitando con el botín y paz también porque no tiene música de
“Los Chunguitos” n tampoco el chumba-chumba- del clásico
pacahanguéo-mix.
Vale. Ahora “estos” se nos ponen trascendentales y el fiscal
de seguridad vial, al que deben haber puesto los de arriba,
como ponen a quienes les interesa por mor de la división de
poderes, sigo, ahora los gobernantes, por boca del fiscal,
exigen que convirtamos nuestros coches en “habitáculos de
paz y de solidaridad”. Supongo que, como se trata de afán
recaudatorio y de esquilmar al pobre ciudadanos, de quitarle
el coche al infractor de tráfico, se pasará a castigar
severamente y confiscar el vehículo del que se pelee con un
familiar o con un colega dentro del coche, por transgredir
“la paz”. Atención si discuten con la parienta o con el hijo
nini, alerta y riesgo de perder el buga porque el habitáculo
se llena de malas vibraciones. Y no digamos si le dan a la
marcha macarra- calorra del flamenqueo a toda pastilla que
es lo menos pacífico del mundo. Mejor poner melodías de
sitares y musica que lleve a la espiritualidad.
Pero, lo que más me escama es “cómo” un coche puede ser
“solidario”, lo mismo hay que dejarlo abierto y que todo
quisque se sirva a su antojo, que si me llevo el volante,
que si arramplo con el navegador, que si me echo a dormir
una siesta con la calefacción puesta.
Dios mío ¡Cuantas pamplinas cuando en España se está pasando
tanta, tanta hambre! Pero por ahí va el rollo, por el hambre
y no es que vayan a confiscar coches a venderlos y a dar de
comer a la gente, sino que el tema de la retirada de la
paguilla de 426 euros a quienes no tienen absolutamente nada
todavía no ha calado en la opinión pública. El día que se
anunció esa maldad inenarrable fue el del decretazo de los
controladores y la huelga. Ahora si quitan los coches a los
ciudadanos va a haber otro escándalo. Y el personal no va a
reparar en que, esos 426 euros son la leche y el pan de
miles de familias.
“Habitáculo de paz y solidaridad” con miles de españoles
arrojados de sus casas por no poder pagar la hipoteca a los
tiburones de los bancos.
¿A que da vergüenza y provoca acharo oir semejantes
pamplinas a estas alturas? Y no poder mandar a nadie al
carajo porque nos pueden tomar entre ceja y ceja y
represaliarnos. ¿Paz y solidaridad? Eso, que renuncien a los
coches oficiales y los vendan y le den el dinero a Cáritas
para apaciguar a la gente y demostrar que son “solidarios”.
De lo contrario que se callen y no molesten más, que
bastante han hecho, que tienen menos vergüenza que el gato
de un saladero.
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