PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - DOMINGO, 26 DE DICIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Alarde de casticismo
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El año está ya dando las boqueadas y el Rey, en su mensaje de Navidad, apeló a los grandes valores para superar la crisis económica. Es decir, más de lo mismo que el año anterior por estas fechas. Aunque el drama de los parados, esta vez, trate de atenuarse con la fotografía de los campeones del Mundo de Fútbol que figuraba a la izquierda de don Juan Carlos. Mi parecer, humilde donde los haya, es que esa imagen de fondo sobraba en noche tan especial y con la que está cayendo en España.

En España, los parados se multiplican mientras los hay que siguen todavía en permanente estado de euforia por lo ocurrido en Sudáfrica. En España se sigue viviendo del recuerdo del gol de Iniesta a Holanda y del uno contra uno entre Casillas y Robben. En suma: que el drama de los parados halla su mejor antídoto en hacer lo imposible porque éstos mantengan sus cinco sentidos puestos en la hazaña del ‘niño’ nacido en Móstoles. Convertido ya en ángel de la guarda de todos nuestros problemas.

De no ser así, uno no entiende la razón por la que a Su Majestad le dio por sacar pecho a costa de situar el daguerrotipo de La Roja –cursilería de tomo y lomo- en sitio tan preferente. Porque, en este caso, está claro que no se trataba de valerse del poder del fútbol como ideología. Pero sí de paliar en parte la tragedia de tantos españoles que andan con la botarga vacía y sumidos en la desesperanza; situación que es aun peor que la desesperación. Como si eso fuera posible.

La desesperanza de los parados es un calvario que sólo puede apreciar quien haya pasado por tan mal trance. Muchas veces he sacado a relucir el pánico de los parados. Ese hombre que no sabe qué hacer consigo mismo. Ya que un hombre sin trabajo va de un lado a otro por la casa como un perro abandonado.

Un varón sin trabajo se siente casi emasculado. Un varón sin trabajo experimenta una angustia indescriptible. Y no solamente culpa a la sociedad de haberle arrebatado la posibilidad de ganarse la vida, sino que también duda de sí mismo, de su capacidad. Y termina convirtiéndose en una fiera dispuesta a responder a media vuelta de manivela, debido a que tiene la susceptibilidad a flor de piel.

Los parados son, sin duda alguna, personas propensas a sentirse ofendidas y menospreciadas a cada paso. Y merecen el mayor de los respetos. Me contaba un amigo, no hace mucho tiempo, de qué manera vivió un tiempo su condición de parado:

-Mira, Manolo, tras leerme todos los anuncios de los periódicos, relacionados con empleos; después de haberme pateado la calle a la búsqueda de un anuncio reclamando empleado; y dispuesto a regresar a casa con cierta serenidad para no discutir con mi mujer, por nada y menos, me encontraba con que ella casi siempre deslizaba alguna pregunta que me sacaba de mis casillas. Y entonces, ofuscadas mis entendederas, saltaba como un resorte y me convertía en un energúmeno.

Cuando España está repleta de criaturas que viven semejante trance. El mal trance de los parados. Con todo lo que ello significa de desesperanza, me reitero en lo dicho al principio: sobraba la fotografía de La Roja como imagen de fondo en el Palacio de la Zarzuela. Sí, ya sé que el Rey es muy dado al casticismo. Pero, en esta ocasión, no tocaba hacer alardes de semejante actitud.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto