Nunca acerté a comprender cómo fue
posible que un desconocido, por aquel entonces, José Luis
Rodríguez Zapatero, pudiese derrotar a José Bono, en unas
elecciones en su partido, para conseguir ser Secretario
General de los socialistas, y a su vez el líder que
encabezaría la lista para la presidencia del Gobierno. Pero
sucedió y así hubo que aceptarlo al menos por lo que se
refiere al partido socialista.
Ni lo entendí entonces, y aún sigo sin entenderlo, cómo un
desconocido fue capaz de derrotar a uno de los pesos pesados
del partido. Por supuesto que los apoyos recibidos en esas
elecciones por Zapatero fueron my superior a los de Bono.
Bueno, la verdad sea dicha, no tan superiores, pero si los
justos para ser el vencedor.
Bono, desde hace bastante tiempo, le tengo en cierta
consideración, por tener el convencimiento de que es un
hombre ponderado aunque, a veces, se le vaya la
concentración y diga cosas de las que después se arrepiente
pero, al menos, tiene el valor de reconocer sus errores y
pedir perdón por los mismos. Lo que, indiscutiblemente, es
un gesto de valentía que muchos otros son incapaces de
realizar.
Pues bien, el presidente del Congreso, José Bono, ha pedido
una modificación del sistema electoral para impedir la
inclusión en la lista de los partidos “por amiguismo”.
La modificación del sistema electoral, la hemos venido
pidiendo desde esa pagina, día sí, día no y el del centro
también, para evitar no “el amiguismo” sino la incongruencia
que supone que un partidito de nada, que no se presenta a
nivel nacional y sacando la mitad de los votos que otro
partido de implantación nacional, con el doble de votos,
tenga un menor número de diputados en el Congreso. Eso, es
tal incongruencia, no tiene explicación alguna.
Amás la aplicación y el cambio del sistema electoral es de
una fácil solución. Cambiemos la Ley Electoral, y todo aquel
que quiera tener representación en el Congreso de los
Diputados deberá presentarse en todo el territorio nacional.
Con ello nos evitamos tener que estar sometidos a la
voluntad e incluso, en ocasiones, al chantaje impuestos por
estos partiditos que nada representan, pero que al prestarle
sus votos a quienes lo necesiten, te exigen algo a cambio
que, a veces, no puedes conceder.
Más fácil aún, vayamos a una segunda vuelta como van en la
mayoría de las democracias con mucho más arraigo que la
nuestra, dejando de esa forma fuera de mando alguno a todos
esos partiditos que nada representan y que, a la larga, al
carecer de representación irán despareciendo.
Por qué no se toman estas medidas, cambiando al Ley
Electoral. A quién o a quiénes le sigue interesando la
participación de estos partiditos que nada más que valen
para darte sus votos para poder gobernar.
Esas son, entre otras, las preguntas que nos estamos
haciendo todos los españoles en cuanto a que no se cambie la
Ley Electoral. Un cambio de Ley que nos acercaría mucho más
a estar a la altura de las democracias de todos los países
que llevan instalados en la misma hace más de cien años.
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