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sociedad - VIERNES,17 DE DICIEMBRE DE 2010


Sulliman en su furgoneta ecológica. rd.

reportaje
 

“¿Dónde dejo mi
furgoneta ecológica?”

El senegalés Sulliman Kano se dirigía a Marruecos pero no le dejaron pasar la frontera a falta de un permiso del Ministerio de Medio Ambiente por llevar biodiesel, pero en Ceuta tampoco le permiten estacionar en el centro
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Su viaje arrancaba en Francia para recorrer miles de kilómetros hasta Camerún con la casa a cuestas. Sí, con una turbina que genera energía eólica para recargar la batería, varios recipientes de biodiesel que consigue a través del reciclaje de aceite, una improvisada cama repleta de mantas y anécdotas a descifrar y apenas varios metros que representan su filosofía, que no es otra que “desear que la humanidad llegue a la eternidad. Por eso esta furgoneta ecológica, para no contaminar el mundo y hacer que la naturaleza continúe viva”.

Pero, pese a sus buenos deseos que no sólo guiñan a la Navidad, el senegalés Sulliman Kano no ve muy claro el sendero hacia su destino. Así, tras cruzar mares y tierras desde Francia para llegar a Camerún, la frontera del Tarajal se presentó como su primer obstáculo. “Cuando la Policía marroquí vio mi furgoneta e inspeccionó su interior ya me puso problemas. Me dijo que el biodiesel no estaba permitido y que necesitaba un documento especial del Ministerio de Medio Ambiente de Marruecos como autorización”, explicaba ayer el senegalés que, sin muchos recursos en el bolsillo, hizo todo lo posible por contactar con sus compatriotas franceses para contarles lo sucedido gracias a las nuevas tecnologías y las personas de buena fe. Marcha atrás en su camino, Sulliman decidió aparcar su furgoneta ecológica en la explanada de Juan XXIII que, además de recibir golpes de frío y sal, también tropezó con un vehículo de la Delegación de Gobierno. “Me comentaron que aquí no estaba permitido dejar el vehículo y que lo llevase a otra zona. Por lo que fue a la Comisaría para preguntar dónde dejaba mi furgoneta”.

Y como las malas noticias y los problemas llegan con la misma tormenta, los agentes de la Policía Local recomendaron al senegalés que estacionase en otras explanadas de la ciudad pero “no en el centro, porque los vehículos de estas características no podían acceder”. Otra vez marcando en la palanca de cambios la marcha atrás, Sulliman Kano regresó a Juan XXIII, donde acompañado por otros ambulantes de la carretera decidió reposar sus inquietudes y esperar a que el destino no le jugase otra peor pasada. Pero la suerte sólo tiene dos caras y para el senegalés la de ayer fue la negra. “Ya estaba en la explanada cuando se acercaron los agentes de la Guardia Civil para recomendarme que me fuese a otra lugar porque si no, me multarían por supuesta infracción de la Ley de Costas. Aunque”, reafirmaba, “aquí esperaré hasta que lo hagan”.
 

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