Eso parece, respecto al Poblado
Marinero, por cuanto los altercados jaraneros impiden que
más de uno, de los que salen a divertirse, tomarse dos copa
o a cambiar de ambiente, puedan pasar una noche agradable,
si es que, al lado, aparece algún patoso de los que ni sabe
vivir, ni debe relacionarse con los demás.
Veo en la prensa del pasado día 14 de este mismo mes (diario
El Pueblo de Ceuta, página 8) que “rompen dos vasos en la
cara a un joven de 21 años en el Poblado Marinero”.
Incomprensible e intolerable, sin más.
Y más intolerable, todavía, es que el agredido lo fue por
sorpresa, en una noche de viernes, en la que se puede
trasnochar un poco más, al no haber colegios el sábado, o al
no tener que ir al trabajo, al día siguiente, si uno es
empleado de la banca, por ejemplo.
Es lo que pasa, con ciertos lugares de copas, especialmente
cuando sus horarios son “tan flexibles” como para que a las
6 de la madrugada, todavía, alguno de ellos esté abierto.
Y eso de los horarios y su flexibilidad es lo que más
defiendo, pero siempre y cuando no lleve aparejado el
aumento de la barbarie, o la transformación de una persona
de cuando está sin alcohol a cuando ya se ha tomado media
docena de copas.
Las seis de la madrugada, ya muy cerca del clarear del alba,
no debe ser el horario más apropiado para darse un paseo por
una zona de copas, salvo que uno quiera estar corriendo
riesgo a cada paso que dé.
A esa hora, salvo que alguno de los que frecuentan estos
lugares esté en plan de meditación, no es el lugar más
apropiado para ello, ya no queda casi ni el agua de las
macetas y los dados a ser “grasiosillos”, o “los que son más
machos que los otros”, es cuando sacan a relucir su otro yo,
sin que haya nada que les pueda frenar, para terminar en
..., lo que haga falta.
Un joven, pues, se encontraba con unos amigos, en uno de
esos lugares habituales de copas y dos ¿personas? Le
golpearon en la cara con sus vasos. Eran las seis de la
madrugada, una hora para haber estado en otra parte.
A partir de aquí, el pagano al Hospital, los otros dos,
donde les apeteciera, y en el Hospital el herido que recibió
doce puntos en la cara. Inexplicable.
A partir de aquí ya veremos en qué va a quedar todo, porque
puede haber en ese asunto un “ajuste de cuentas”, a su
manera, si es que nos quedamos en una de esas frases antes
de “partirle” la cara:”¿Te acuerdas de mí?”.
No cabe duda de que a esas horas y con la complicidad de lo
que haya en el vaso, es cuando más valientes son muchos, o
se hacen los valientes, especialmente si, “como escolta”,
llevan a algún otro que sigue sus pasos y es, como yo digo,
“del mismo trapío”.
Son los puntos negros de la noche, cercana ya al amanecer.
Son los momentos del follón, los instantes del “vale todo” y
de los destrozos que luego ya veremos quien los paga.
Lesiones, ambulancia, denuncia en el Juzgado, averiguaciones
a ver de donde y quienes eran esos “pájaros de mal agüero”
que rompieron la tranquilidad de la noche y, un paso más
para meditar y estudiar muy de cerca los problemas del
alcohol, con lo que haya, a cualquier hora, pero
especialmente en las noches y sin un control a los que se
pasan en el número de copas y en las actuaciones contra los
demás. A lo que vamos, mal el botellón, pero esto otro, para
mí es aun peor.
|