La aparición de la coalición
Caballas significó un cambio sustancial en las estrategias
políticas utilizadas hasta ese momento por la primera
formación política en la oposición parlamentaria. Las
intervenciones de los líderes de esta nueva coalición se
endurecieron profundamente y al mismo tiempo, dieron paso a
la aparición, por primera vez en la historia de nuestra
ciudad, de una nueva acepción para el término “dariya”, a
partir de ese mismo instante germinó a través del
asesoramiento de los nuevos ideólogos de la formación
liderada por Mohamed Alí el nacimiento de una nueva lengua
autóctona desconocida para todos nosotros, el “árabe ceutí”.
Hasta ese preciso instante, cualquier ciudadano interesado
en estudiar el origen de las diferentes lenguas que se
hablan en nuestra sociedad y en particular del “dariya” a
través de las diferentes fuentes históricas existentes,
extraían las mismas conclusiones, que nos encontrábamos ante
un dialecto utilizado por los habitantes de una zona
determinada del norte de Marruecos, especialmente
influenciado por las lenguas coloniales existentes en la
zona (español y francés) así como, por las diferentes
lenguas nativas bereberes. Un dialecto de uso exclusivamente
oral, que debe utilizar el árabe moderno en su expresión
escrita. Un dialecto que recibe diferentes denominaciones
dependiendo de la zona geográfica en la que se hable; árabe
argelino, hassanía, árabe libio, árabe marroquí o árabe
tunecino.
Por tanto, resulta más que evidente que nos encontramos ante
una lengua inmigrada proveniente de un tercer país a pesar,
de la planificada campaña mediática emprendida por quienes
se autodenominan únicos defensores de los intereses de todos
los ceutíes pero, que en realidad representan el sectarismo
más radical de la sociedad ceutí al obviar
intencionadamente, que en esta ciudad conviven diferentes
culturas, que también poseen su propia lengua materna como
por ejemplo las pertenecientes a la comunidad hebrea, hindú,
china o gitana. Por tanto, la presencia de estas lenguas
inmigradas en nuestra ciudad debería constituir por si mismo
un motivo de enriquecimiento en vez de motivo de
confrontación alentada por oscuros intereses partidistas.
En definitiva, la sociedad ceutí en general y la clase
política en particular, deberían comprometerse con el futuro
de una ciudad, que actualmente ocupa la penúltima posición
en un informe que valora muy negativamente la capacidad de
comprensión de nuestros jóvenes como consecuencia directa
del profundo desconocimiento de una parte importante de la
sociedad ceutí de la lengua oficial utilizada en nuestro
sistema educativo, el castellano. Por tanto, proteger las
distintas lenguas maternas provenientes de terceros países
pero, también fomentar la utilización correcta en todos los
ámbitos de la única lengua oficial deberían incluirse en los
diferentes programas electorales con los que concurrirán a
las próximas elecciones autonómicas las distintas
formaciones políticas existentes en nuestra ciudad.
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