Cada julio, cuando los equipos
comienzan la pretemporada y desde hace ya muchos años, vengo
yo escribiendo sobre ese tiempo en el cual se impone
trabajar duramente y las ilusiones se hallan intactas en los
clubes. Ilusiones, lógicamente, adaptadas a las
posibilidades que cada entidad tiene para competir.
En la última columna que escribí al respecto, que fue el
domingo 25 de julio, del año que está dando las boqueadas,
cuyo título era ‘La pretemporada futbolística’, recordé lo
siguiente en el último párrafo:
-La vida de los entrenadores ha mejorado en todos los
aspectos. Albricias. Cuentan con tres o cuatro
colaboradores. Y muchas comodidades. Yo entrené a un equipo
grande de Segunda División A y conté únicamente con un
ayudante que estaba físicamente derrengado. Y tuve que hacer
de preparador físico, de entrenador de porteros, de sicólogo,
de director técnico y no hice de taquillero porque carecía
de tiempo. Y en Segunda B para qué hablar. Lo que no han
cambiado son las exigencias. Así que los entrenadores que no
cumplen con los objetivos previstos acaban siendo
defenestrados. Es la ley del fútbol. Y los entrenadores lo
deben tener tan asimilado como para que, llegado ese
momento, nunca agradable, cojan sus bártulos, digan adiós y
sanseacabó.
La destitución de Joao de Deus se veía venir. Estaba
cantada. Aunque algunos no conciban que se pueda prescindir
de un técnico cuya presencia en el banquillo hizo posible
que Ceuta viviera un tiempo en la cresta de la ola de los
medios, porque su equipo se iba a enfrentar al F.C.
Barcelona en la Copa del Rey. Un técnico, también, que se va
dejando al equipo en la cuarta posición.
En cambio, a quienes piensan así, y que están en su perfecto
derecho de expresarlo, habría que recordarles que la
plantilla de la Asociación Deportiva Ceuta es una de las
mejores de su grupo. Lo cual no obsta para que pueda y deba
mejorarse, llegado su momento.
Joao de Deus, a quien no he tenido la oportunidad, por
razones obvias, de verle dirigir un partido desde el
banquillo, que es realmente la mejor manera que uno tiene
para enjuiciar a los entrenadores, no consiguió en casi
cinco meses que sus jugadores empezaran los partidos a todo
trapo. Entregados de lleno a demostrarles a los adversarios
que estaban frente a un conjunto, considerado de calidad en
la categoría, pero aguerrido y dispuesto a luchar con la
misma entrega o más que lo hacen los equipos peores dotados
técnicamente.
Esa forma de actuar de la ADC, dejándose avasallar durante
muchos minutos, en ocasiones, toda la primera parte y
comienzos de la segunda, por el equipo contrario, sí era
visible desde mi sitio en tribuna. Y a fe que nunca entendí
los motivos por los que los futbolistas locales, en su
ambiente, trataban de jugar un fútbol tan absurdo como falto
de una intensidad que convertía a cualquier rival en
conjunto temible. Tampoco el estilo de juego era el
apropiado. Quizá porque pocas veces hubo una distribución
adecuada de los jugadores en el césped. Faltó lo que
llamamos distribución racional Imbricación entre las líneas
y aciertos en las misiones concretas.
En fin, que a Deus lo ha sustituido Goikoetxea.
Famoso que fue como jugador. Y lo primero que se me ocurre
es lo siguiente: debería comenzar el nuevo técnico diciendo
que lo va a ganar casi todo. Aunque le tachen de exagerado.
Pero ha venido para eso...
|