Además de los múltiples problemas
que semana tras semana, mes tras mes y año tras año, viene
ocasionando el CETI.
Ahora se acaba de aprobar una partida para el vallado de
este centro, partida de 200.000 €, que es posible que
hubiera venido muy bien para otro tipo de actividades, pero
que la realidad del momento exige que este tipo de centros
estén atendidos y presenten una seguridad, con lo que habrá
que hacer frente a estos gastos extra que no es lo que más
me gusta.
Y esto no es una simple promesa, de las que hay en época
preelectoral y que luego, por mucha necesidad que haya,
puede quedar en “agua de borrajas”, no cumplirse o dejarlo
para mejor ocasión, como ha sucedido en cientos de
ocasiones.
Aquí está refrendado por el Consejo de Ministros, en lo que
si quiero confiar, y que el pasado viernes aprobó dos
acuerdos mediante los que se permitirán las obras de
reformar en Ceuta y también, en el centro de Malilla.
Estos acuerdos llevan como objetivo principal llevar a cabo
las obras de reforma de la zona exterior al centro, que
tiene una importancia capital.
Y naturalmente estos acuerdos llegaron a propuesta del
ministro de Trabajo e Inmigración y que, a través de ellos
se permitirá el refuerzo de unos nuevos cerramientos en las
zonas del perímetro de los Centros de Estancia Temporal de
Inmigrantes, aquí en Ceuta y también en Melilla.
Y si las obras de Ceuta superan ligeramente los 200.000€,
las de Melilla son mucho más exigentes y están rondando,
euro arriba, euro abajo, los 400.000.
Lo que sí es cierto, nos guste o no, es que es totalmente
necesario que estos centros sean seguros en todos los
sentidos que queramos abordarlos.
Hay una urgente necesidad de garantizar la seguridad y la
integridad de las personas y de los bienes de este tipo de
centros que pueden acarrear, en otras situaciones, más
problemas de los que uno puede percibir, a simple vista.
Y al hablar de seguridad no nos referimos, exclusivamente, a
la de aquellos que están acogidos allí, o a la de las
personas que allí trabajan a diario.
Esa seguridad se extiende mucho más y habrá que cuidarla
para las personas que habiten en las inmediaciones de esos
centros, o la de las personas que, desde fuera, podrían
realizar actividades que, en multitud de circunstancias,
podrían ser consideradas como delictivas.
No es un terreno que yo haya visitado, con demasiada
frecuencia, casi siempre he dicho que nada se me había
perdido a mí allí, pero si que conozco a personas que por su
actividad y por su trabajo, bien dentro, o en las
inmediaciones, me han hablado de este tipo de centros que
presentan una doble imagen, cuando menos, por un lado la
exterior, aquello que se ve desde sus inmediaciones, cuando
todo está en calma y además de esto hay la problemática que
con más frecuencia de lo que se desearía, se gesta dentro,
al vivir ahí gentes de diversos territorios, de procedencias
muy dispares y con “objetivos” que no siempre se han
presentado claros, para los de dentro y para los de fuera.
Proporcionar, pues, seguridad, que a nadie le quepa la menor
duda que es necesario, aunque cueste, también esto, “un
riñón”.
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