La conversación transcurría
reposada, amistosa, estimulante... De manera que la
sobremesa se convirtió en momento propicio para hablar de
cuanto se fuera encartando. Sin que los comensales tuvieran
la menor oportunidad para desordenarse.
Había cinco personas sentadas a la mesa. Y una sacó a
relucir que Juan Vivas podría estar gobernando esta
ciudad hasta que le diera por aburrirse de hacer siempre lo
mismo. Y es que Ceuta, dijo el primer interviniente de la
improvisada tertulia, está tan carente de políticos capaces
de competir con el actual alcalde, como para que éste gane
todas las elecciones a las que decida presentarse.
La verdad es que Vivas goza de un crédito extraordinario
entre el vecindario, respondió el siguiente contertulio. Y
además tiene a su favor lo que cualquier político quisiera
tener: que la gente le suele atribuir nada más que
actuaciones buenas y nunca lo relaciona con las malas.
Cierto. Afirmó la tercera persona que intervino en la
charla. Esa es la suerte de quien es tenido por personaje
carismático. Y, tenido como tal, o sea, poseyendo la
facultad innata de atraer o seducir a las gentes, puede
permitirse el lujo de equivocarse o bien de demorar la toma
de decisiones que a otros, en su lugar, les mermaría en gran
medida la estimación o la buena opinión que tuviesen entre
la gente.
Entra en acción el cuarto tertulio para decir que Vivas, sin
duda alguna, es el único político en esta tierra que posee
inteligencia y carisma personal para disciplinar a su
partido y arrastrar a la opinión pública. Por lo que cuanto
él dice goza de absoluta confianza. Mientras a sus
adversarios políticos, en cuanto se les ocurre decir esta
boca es mía, se les tacha de demagógicos. Y, si me apuran,
hasta terminan causando hilaridad.
El quinto participante dejó transcurrir unos minutos antes
de tomar la palabra, mientras los otros opinantes daban
pruebas de querer oír pronto su parecer sobre lo que se
estaba debatiendo. Pero el hombre parecía dispuesto a
hacerse el interesante. Así que procedió incluso a
carraspear antes de emitir su opinión.
Y en esas estaba nuestro hombre, quiero decir, el quinto
interviniente, cuando se le adelantó el primero que había
iniciado la conversación para decirle que si no hablaba era,
seguramente, porque lo haría contra el presidente a fin de
llevarle la contraria a los demás. Y, claro, se hizo un
silencio espeso en la mesa. Ya que, por vez primera, se
había perdido la compostura en una charla que había
transcurrido reposada, amistosa, estimulante, etcétera.
Mas el quinto contertulio ni se inmutó. Más bien dio
muestras de estar en posesión de una calma que causó
extrañeza en los demás. Sobre todo conociendo como conocían
el carácter de la quinta persona con la que estaban
analizando los motivos por los cuales Vivas arrasa en las
urnas y deja a los otros candidatos las migajas electorales.
Miren ustedes si es grande el poder de convencimiento que
tiene JV que últimamente hemos venido oyendo en varias
televisiones a escala nacional que la grabación que le
hicieron a Pedro J. Ramírez, director de ‘El Diario
El Mundo’, fue una canallada. Y aquí, sin embargo, nadie ha
tenido bemoles de decir lo mismo en relación con el vídeo
hecho a Pedro Gordillo. Esa fue la respuesta del
quinto comensal. A ver si entienden el lado bueno del
asunto.
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