D. Jacinto es un maestro que está
a punto de jubilarse. Durante su ya extensa dedicación a la
enseñanza (él prefiere llamarla Instrucción Pública) ha
ejercido sólo en la provincia de Cáceres. Primero en un
pueblecito de pocos habitantes, en la Comarca de las Hurdes,
para después trasladarse a otros lugares, hasta conseguir
ser “diezmilista” (apto para ejercer en poblaciones de más
de 10.000 habitantes) y pasar a la capital, donde
obviamente, tenía mejores opciones para estudiar sus hijos.
Sus primeros años de docencia lo pasó económicamente muy
mal, ya que el sueldo de Maestro era muy corto. Bien cierto
que la expresión “pasa más hambre que un maestro de
Escuela”, lo resume con total realidad. Por tal razón se vio
obligado a dar clases particulares y recurrir a las
socorridas “permanencias”, que, mediante un módico precio,
los alumnos se comprometían a continuar una hora más,
después de su jornada escolar. Fueron unos años muy duros.
D. Jacinto nunca estuvo satisfecho con la deriva que ha
tomado nuestro sistema educativo. Guarda gratos recuerdos de
la “Ley Moyano” (1857, que estuvo vigente durante más de
cien años), y a la que considera muy positiva para la
escuela española. “Hablaba de la gratuidad de la enseñanza
española y obligaba a los Ayuntamientos a pagar a los
maestros”. No obstante, los maestros se veían obligados a
complementar sus ingresos ejerciendo otros oficios:
(contables, secretarios de Ayuntamiento, representantes de
artículos, secretarios de Hermandades…).
Después, y a partir de 1970 con la Ley General de Educación
(EGB), ha visto desfilar una serie de leyes, cuyas siglas
llegaron a confundirle: LODE, LOGSE, LOCE y LOE, ésta última
la que rige en la actualidad. Respiró profundamente con la
aparición de la LOCE, Ley de Calidad de la enseñanza porque
se ponía de manifiesto algo que se había perdido: la cultura
del esfuerzo. Con todas ellas, con excepción de la del 1970,
en las postrimerías del franquismo, se podría decir que el
resto no ha sido otra cosa que “una ley en contra del otro”.
Jacinto piensa que la situación caótica de nuestro sistema
educativo, tendrá que llegar a su fin. Sabe de los grandes
esfuerzos que está realizando el actual Ministro de
Educación, después de llevar a cabo múltiples gestiones, se
encuentra con la oposición radical del otro partido
mayoritario. No se resolvió con un autentico PACTO, sino
sólo un acuerdo más o menos significativo de medidas a favor
de la educación.
Nuestro protagonista piensa que lo que debería hacer el
Gobierno Español es recuperar las competencias en Educación,
transferidas “generosamente” a las Comunidades Autonómicas.
Y parece lógico que nuestro país quiera mantener –recuperar-
su identidad nacional, dentro de la Constitución de 1978,
aprobada por voluntad general, libremente expresada. Los
textos de los diversos grados de enseñanza deben ser
consensuados y comunes. No es correcto que una autonomía
pueda enseñar a los alumnos una cosa y en otra, una
distinta. Clama al cielo, por ejemplo, lo que ocurre con
nuestra HISTORIA. Según HUGH THOMAS, historiador inglés,
piensa que “a los niños españoles les deberían enseñar
historia de su gran Imperio desde pequeñito”. En resumen,
los grandes hechos de nuestra historia: el descubrimiento de
América, obra gigante de la colonización, los Reyes
Católicos…
Somos el país de la cultura y debemos rendir homenaje
permanente a la diversidad y a la pluralidad. No hay
propiamente cultura española, sino culturas fundidas con los
iberoamericanos bajo el denominador común del idioma de
Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Borges, Octavio Paz,
Unamuno, Vargas Llosa, flamante Nobel…
Jacinto acaba de conocer los resultados del Informe Pisa,
que hace que la educación sea motivo de esperanza, una vez
cada tres años. Los nuevos resultados indican que la
educación española está estancada en la mediocridad, desde
hace diez años. No progresamos. Continuamos ligeramente por
debajo de la media de OCDE en las tres competencias medidas:
comprensión lectora, conocimientos matemáticos y
conocimientos científicos.
Sobre el Informe hay dos datos que son dramáticos: el
primero es el índice de fracaso escolar en España. La OCDE
había fijado como objetivo para 2010 una tasa del 10% pero,
nosotros superamos el 30%; el segundo, revelado en el mismo
Informe, es que el número de españoles no llega a la mitad
de los promedios de la OCDE, es decir, también fracasamos en
excelencia…
Ante este nuevo fracaso, el Gobierno pide con urgencia un
Pacto de Estado. Hemos recibido un severo varapalo en
nuestro modelo educativo. Pacto presentado mese atrás, pero,
como todos sabemos, por intereses partidistas, fracasó. En
reunión urgente, se apuesta, en primer lugar, por el
castellano, que se convertirá en lengua vehicular en la
enseñanza en todo el territorio nacional porque no es una
cuestión de gobierno, sino de Estado. En aquellas
Comunidades con segunda lengua, casos de Cataluña. País
Vasco, Galicia… convivirán armónicamente los dos idiomas;
también tendrán cabida el inglés, el francés y el chino y,
por supuesto programas comunes, donde obligatoriamente se
impondrán nuestra Historia, Geografía, Literatura… dejando
también un espacio donde se contemplen las características y
peculiaridades de cada Autonomía. Ha llegado el momento de
decir ¡basta ya! a tanto fracaso y abandono escolar. Un
parón en seco a nuestra nefasta política educativa. ¡Ahora,
sí!
Con el consenso de todas las fuerzas implicadas, partidos
políticos, sindicatos, asociaciones de distintas tendencias,
a la voz de ¡todos de acuerdo!, han dado a luz una nueva ley
de educación, bajo las siglas de TODEA (todos de acuerdo),
que se impondrá de inmediato en todos los lugares del país.
Esta “movilización educativa” de toda la sociedad,
significará una notable mejora, porque la educación de una
nación, a igual que la salud, es el resultado de múltiples
agentes y de numerosos factores, como, de nuevo, recordando
a José Antonio Marina, “para educar a un niño, hace falta la
tribu entera.”
Él, Jacinto, sí que tendrá la suerte de ver que nuestros
alumnos han sido muy competentes.
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