El barco con bandera de Bermudas hizo su escala a primera
hora de la mañana. Sobre las 11, la Autoridad Portuaria
entregó a su capitán una placa conmemorativa de esta primera
visita. Un grupo de unos 100 turistas viajó en dos autobuses
a Tetuán y otros 200 disfrutaron de las vistas de la ciudad,
aunque desdibujadas por la bruma, en los miradores de García
Aldave y el monte Hacho. Los que pasearon por el centro
transmitieron una imagen fija; no llevaban bolsas de
compras.
La escala en Ceuta del crucero turístico ‘Pacífic Princess’
cambio por unas horas el ambiente de las calles céntricas de
la ciudad a cuyo bullicio habitual se sumaron grupos de
viajeros, la mayor parte de ellos norteamericanos, pero tuvo
muy poca repercusión en las ventas de los comercios. A media
mañana la silueta del enorme buque, de 30.277 toneladas de
peso bruto, se recortaba contra el edificio de la Autoridad
Portuaria creando una visión diferente a la vista de los
ceutíes desde varios puntos de la ciudad.
Los 620 turistas se dividieron en tres grupos para llenar
las horas de estancia en la ciudad. Una primera expedición
de 100 personas se subió a los autobuses preparados por
Viajes Flandria y se dirigió a conocer la vecina ciudad
vecina de Tetuán. Otros 200 turistas recorrieron los
miradores del Monte Hacho y García Aldave en microbuses y el
resto pasearon por las calles.
Hacia las 12.30, una treintena de los viajeros entraron en
la hamburguesería McDonald del Pueblo Marinero. Sahora, la
encargada del establecimiento, se sorprendió de la presencia
de tantos clientes. “Es raro que a esa hora haya tanta gente
en el local. La mayoria tenían más de 40 años y tomaron
cosas a las que ellos están acostumbrados como la California
y la McBacon”. La presencia de clientes procedentes del
crucero fue habitual en ese establecimiento durante la
mañana. Sobre las dos y media, se vio a muchos de los
turistas y tripulantes sentados en las mesas charlando,
comiendo o trabajando con sus portátiles abiertos. Había
norteamericanos, indonesios, indios y australianos.
Unos metros más arriba, en la vía de entrada al centro
peatonal comercial, Prakhash se quejaba de que apenas había
entrado algún visitante en su bazar. “Aquí hemos visto pasar
gente y alguno ha entrado, pero nadie ha comprado nada”.
La calle Camoens fue testigo del paso de los extranjeros,
pero su presencia no sirvió para que los comerciantes
aumentaran su caja del día. En la tienda de perfumes de San
Pablo Center, las empleadas comentaron que “han venido
cuatro o cinco parejas, pero han comprado muy poco.
toallitas para las gafas y un perfume que se han llevado
unos cubanos”. En la tienda de moda Stradivarius, un
visitante adquirió un collar.
Varios establecimientos consultados por El Pueblo de Ceuta
como una tienda de regalos y una joyería no vieron ni de
cerca a los recién llegados y hubo quien aprovechó para
criticar la ruta establecida para que los cruceristas
pasaran el día. “Lo que tienen que hacer es poner autobuses
para traerlo a las calles comerciales del centro. Lo que
interesan es que vengan aquí, que compren. Ceuta ha sido
siempre una ciudad comercial”, decía José Castillo, de
joyería Ulises. Este joyero se lamentaba de que en otras
ocasiones había podido vender grupos de figuras de Lladró
que suelen tener buena aceptación entre los turistas, pero
ayer no. “Si no vienen al centro, no nos sirve de nada. Y
las agencias lo que quieren es llevarlos a Marruecos”.
Varios restaurantes y cafeterías ni siquiera tenían noticias
de que el gigante turístico del océano estaba atracado en el
puerto. Otro comerciantes, estos de Tetuán, si pudieron dar
fe de la visita. Horas más tarde, en el puerto, muchos de
los que bajaron de los autobuses procedentes de Marruecos
para seguir su travesía traían bolsas con regalos. Todos
ellos, en los próximos días conocerán Casablanca.
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