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OPINIÓN - VIERNES,10 DE DICIEMBRE DE 2010

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando una sociedad pierde el principio de autoridad, está perdiendo parte de su propia esencia dejando de ser sociedad para convertirse en algo anacrónico a la que habría que preguntarle como el título de la celebre película ¿Quo Vadis?. Y la contestación sería:”no sabemos donde vamos, pues no tenemos rumbo fijo que nos marque el camino”.

Esa es la pregunta que le deberíamos hacer a la juventud. A esa juventud tan falta de valores, que no sabe hacia donde camina, a pesar de las grandes libertades que se le ha proporcionado.

En principio haciéndoles creer que con dieciocho años, poco menos que era algo inaudito que siguieran viviendo en casa de sus padres. Una manera como otra de desarticular la familia, rompiéndola y haciendo cada uno lo que le venga en ganas, sin ese respeto necesarios a sus progenitores, y haciendo desaparecer ese principio de autoridad que los mismos tenían sobre los hijos.

A quién o quiénes se les ocurrió semejante idea, sin comprende que las única buenas ideas son las mías como está más que demostrado, seguro que habían visto muchas películas americanas, donde los nenes abandonan el hogar paterno cuando apenas si saben andar, y las películas, películas son. Menos ver películas y más vivir la realidad de la vida, saliendo a la calle y conviviendo con el personal. Encerrado en unos despachos, no se sabe nada de nada.

Pero el efecto, ese buscar el desarraigo familiar ha tenido el efecto contrario pues hoy día más que nunca, debido a la crisis que estamos padeciendo la unión familiar, con la vuelta a casa de sus padres, está sirviendo de esa unión familiar que nunca debió perderse.

No sólo los solteros, esos que creyeron que su independencia iba a ser lo mejor de los mejor, sin pensar que no tenían un euro para poder mantenerla, sino los casados y con hijos, que vuelven al hogar paterno, para poder subsistir, aunque sea con lo poco que les ha quedado a sus padres de jubilación o bien trabajando en el pequeño huerto que tiene sus viejos, para poder alimentar a su prole, o vuelta a casa, no precisamente por Navidad, como dice el anuncio, sino en cualquier momentos si no se quiere pasar más hambre que un caracol en un espejo.

Esa vuelta al hogar, esa vuelta a volver a realizarse la unión familiar, le da de nuevo la oportunidad a la sociedad de conseguir traer hacia ella el principio de autoridad familiar tan necesario para que una sociedad siga caminando, sin necesidad de preguntarse ¿Quo vadis?.

Vamos a dejarnos de utopías baratas, poniendo los pies en el suelo, saliendo de los despachos, tirándonos a la calle a vivir la cruda realidad de cada día para, de esa forma, conocer cómo vive el pueblo y cuáles son sus auténticas necesidades que, por supuesto, están muy lejos, a años luz me atrevería a decir, de esos utópicos que encerrados en sus despachos creen estar en posesión de toda la verdad, cuando esa creencia es sólo, pura y dura, una fantasía que se aleja cada vez más de la cruda realidad de los pueblos, sus gentes y sus auténticas necesidades.
 

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