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OPINIÓN - VIERNES,10 DE DICIEMBRE DE 2010

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Declaración de los Derechos Humanos

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Así reza en el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos firmado un día como hoy de 1948. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus forma. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Esta declaración de 30 artículos realizada por el interés general de la humanidad debería estar bien marcada en las acciones de todos los gobiernos del Planeta, pero desgraciadamente no es así. Se trata de proteger la vida y los derechos del hombre. Se trata del gran reto de los países desarrollados que han sabido adaptar su modelo a la base fundamental de la integridad y dignidad del ser humano. No ocurre así en todos los territorios. Las guerras, los regímenes totalitarios dan muestra diaria en pleno siglo XXI de que sigue habiendo mucho camino por recorrer, de que no todo sucede como se planteó en 1948 con la sana intención de abolir y perseguir conductas contra la humanidad. En 2010, en los inicios del siglo XXI aún sigue habiendo mucho camino por recorrer, para desgracia de quienes soportan dictaduras y guerras.
 

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