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sucesos - VIERNES,10 DE DICIEMBRE DE 2010


juzgados de ceuta. archivo.

juicio
 

La psicóloga insiste en que el relato y la conducta “eran indicadores de las prácticas sexuales”

La acusación cuestiona la validez profesional del informe “al sólo contar con entrevistas y un juego de rol, sin test de vulnerabilidad”
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Si el interrogatorio a la primera acusada, madre de la menor, fue exhaustivo, más duro aún fue el realizado a la segunda imputada y psicóloga que atendió a la niña en aquel 2003, cuando esta tenía 5 años.

Según la procesada, conoció a la pequeña cuando con apenas un año, en 1998, mientras su madre acudía al despacho de abogados para realizar los trámites del divorcio. “Fue mi compañero quien me pidió que le hiciese una exploración psicomotriz”, aclaró la psicóloga. Luego, ya ese 2003, “ella llamó para pedir cita porque había visto que su hija no comía, se aislaba, no dormía y estaba muy agresiva”. Según indicó la acusada, de las primeras sesiones con la menor y la madre dedujo que la evolución conductual de la pequeña no era normal aunque a los meses, concretamente a inicios de julio y a escasos días de la denuncia, la psicóloga advirtió haber visto indicadores de que el abuso se había producido. “Yo creí firmemente que la niña estaba siendo víctima de abusos sexuales por parte de su padre, y eso representaba un importante riesgo intelectual. Ella me contaba cosas de alto contenido sexual y los dos indicadores básicos de detección son el relato y la conducta sexualizada, que cumplía la menor”.

Sin embargo, la paciente no volvió a la consulta hasta septiembre de ese mismo año y sólo en una ocasión. Motivo que el abogado de la acusación particular aprovechó para cuestionar si, existía tal peligro, por qué la niña no fue sometida a terapia para las posteriores secuelas. “Yo advertí a su madre pero ella decía que nadie la creía puesto que habían archivado la denuncia. Pero, en ningún momento, tomé parte en la cuestión ni me pagaron para que en el informe se corroborasen estos problemas que presentaba la menor”, añadió.

La metodología utilizada tanto para elaborar el informe psicológico como las pruebas practicadas a la menor para investigar si habían existido tales prácticas subieron de tono los interrogatorios ya que tanto la Fiscalía como la acusación particular pusieron en tela de juicio la validez profesional de la psicóloga entendiendo que “el informa pericial sólo se basaba en entrevistas y juegos de rol con la menor sin incluir ningún test de vulnerabilidad ni veracidad, indispensables para conocer si la niña estaba diciendo la verdad y herramientas que utilizaron los forenses del juzgado para determinar que la menor nunca había sido sometido a los abusos”.

Y firme y convencida de su práctica profesional, la encausada acentuó que su labor era clínica y que la “batería de instrumentos” utilizados por los forenses no le correspondían. Pero “una niña no puede fabular de tal ,manera algo que no ha visto o vivido, y dudo mucho que haya películas de tal contenido y que haya visto una menor”, apostilló.

Tras una larga sesión de interrogatorios, la jueza del Penal tuvo que suspender el juicio hasta el próximo 20 de enero donde pasarán por el estrado el padre de la pequeña y seis testigos más.
 

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